SUBMARINO POLÍTICO
El discurso del presidente Enrique Peña del pasado 3 de febrero será recordado más fácilmente por su colofón: “Ya sé que no aplauden”, que por las medidas en materia de transparencia que se dieron a conocer en la residencia oficial de Los Pinos aquella tarde.
Si revisamos cuadro por cuadro la imagen que difundió Sepropie notaremos que el Presidente lee su mensaje a los reporteros de la fuente apoyado por el telepromter. Es muy probable que el vocero Eduardo Sánchez haya colocado una acotación innecesaria para recordarle a Peña que estaba frente a la prensa con la leyenda: “aquí no aplauden”, al final del texto del discurso.
Por eso, Peña, visiblemente molesto, le espetó a Eduardo Sánchez al momento de retirarse el célebre: “Ya sé que no aplauden”, extendiendo su mano hacia los reporteros. El problema fue que Peña lo hizo con el micrófono abierto. La pifia obtuvo de inmediato casi 90 mil menciones en Twitter, según el sitio topsy.com, y se convirtió en tendencia dentro de la red social. La respuesta de los reporteros de la fuente fue de mutismo, nadie consignó en sus crónicas que la frase fue expresada para el vocero presidencial.
Fuentes cercanas al gobierno federal refieren que Eduardo Sánchez es un tipo limitado en sus habilidades de comunicación política. Opinión que se ve reforzada por su lamentable candidatura a diputado por el distrito XX del DF en 2009 donde su principal impulsor fue el actor Omar Fierro con el lema de campaña: “Yo lo conozco, yo lo recomiendo”. Con esas credenciales, Sánchez metió a su jefe en un problema que pudo evitarse de cerrar el micrófono inmediatamente después de que el presidente Peña pronunciara su discurso.
Periscopio. Preocupante, el ‘modus operandi’ de la banda de secuestradores que operaba en el Distrito Federal y en el Estado de México y que fue presentada ayer por la Agencia de Investigación Criminal. Los delincuentes seleccionaban a sus víctimas en revistas de sociales y después las buscaban en redes sociales como Facebook.
En el radar. En la delegación Benito Juárez, el PRD saldrá a perder la elección para la jefatura delegacional, la bejaranista Dinorah Pizano se aferró a la candidatura para evitar una posible candidatura común con el Partido Verde. La administración de Jorge Romero ha sido el último ‘coletazo’ de la corrupción panista y Raúl Flores sabe que sólo con un frente común podrán ‘cortarle la llave’ de recursos a Romero, quien desde la Benito Juárez logró coptar al panismo de la capital y ahora busca ampliar su latifundio a la delegación Azcapotzalco con el restaurantero Jorge Palacios.
Bitácora de lo absurdo. A decir por sus candidaturas, el PRD en el DF se ha convertido en un negocio familiar. En Gustavo A. Madero, Nora Arias pretende heredar el cargo a su ex pareja Víctor Hugo Lobo. En Tláhuac, el ex delegado Gilberto Ensástiga impulsó a su esposa Marisel Alamilla.