Home Relatos RELATOS DE VIDA

RELATOS DE VIDA

0
RELATOS DE VIDA

Eras tu

Incontable número de veces escuché decir nunca cambiarás, siempre serás la misma de siempre, tengo miedo a tus formas, la cagaste, ya no te quiero, nunca me has apoyado, de ti solo he recibido reclamos, jamás olvidarás lo que pasó… y obviamente el sentimiento en mi era de culpabilidad.

En una oportunidad más de la vida, porque así lo tomé, cambié todo lo que supuestamente te dañaba, con el único y firme propósito de construir una relación duradera, confiable y amorosa.

Estuve contigo en las buenas y en las malas, te apoyé moral y económicamente, adopté pasatiempos, canciones, dediqué tiempo, esfuerzo y pensamientos, y parecía que todo marchaba bien, con la diferencia que yo lo daba todo y tu simplemente dabas la mitad, y tristemente lo acepté porque que creía que era el camino hacia el objetivo que buscaba, una vida juntos.

Hoy nuevamente, volví a escuchar, no quiero estar contigo, no te quiero, estar contigo era algo que se debía de hacer, no algo que yo quisiera, no quiero que mi vida sea como la de tus padres, y no quiero que le demos en la madre a nuestras vidas, no me lo puedo permitir.

La verdad en toda esta situación, es que no fui yo la del problema, eras tú, eran tus inseguridades, miedos e indecisiones los que no te permiten dar un paso; ese maldito paso hacia una vida en familia.

Eras tu el que siempre quiso una vida libre, en la que hicieras lo que quisieras y en donde pudieras acudir con los que te amaban cuando lo necesitaras porque en ese momento buscabas el apoyo y tenían que estar para ti, a tus tiempos y a tus modos.

Siempre fuiste tu el del problema, porque lo tenías todo, un hogar, respaldo, consideraciones, un espacio de plática, una vida íntima, cariños, apapachos, cuidado y amor, pero finalmente también fuiste tu el que lo dejó ir.

Te fuiste por lo fácil, por lo cómodo, por una soltería y una vida de placeres, sin compromisos, sin responsabilidades, pero también sin la alegría y satisfacción de pasar momentos inolvidables.

Lo dejaste ir como un niño que olvida un juguete que por mucho tiempo le dio felicidad, y lo dejaste ir porque era lo más sencillo, porque no querías esforzarte, y con eso perdiste todo, porque estoy bastante segura, que jamás encontrarás a la familia “chingona” que nunca te soltó. y siempre te amó.