Como si no pasara nada
En los últimos fines de semana podemos ver, como ciudadanos normales, a grupos de personas que enarbolan banderas, reparten volantes, invitan a los demás y hacen promoción del líder que según ellos es el más adecuado para las próximas elecciones en el estado.
Las campañas empiezan a engrasar su propia dinámica, la misma desde hace ya mucho tiempo. La ciudad, igual que las banderas nacionales, está adornada por espectaculares con los nombres y rostros de los candidatos por cada una de las fuerzas políticas.
La debacle de los partidos mayoritarios en otros tiempos se dio en las últimas elecciones generales. El cansancio y la desilusión de los ciudadanos dieron prácticamente un cheque en blanco al partido del actual presidente. ¿Y por qué el cansancio y la desilusión?
Los titulares y noticias de los periódicos de los últimos meses ofrecen respuestas a esta pregunta. Lozoya, García Luna, Juan Collado, Odebrecht, Fertinal, Agronitrogenados, estructura desde el gobierno de lazos con el crimen organizado, Cuauhtémoc Gutiérrez, sin meternos en los entresijos propios del estado hidalguense, que muchos conocen y comentan en lo escondido del anonimato.
Pero como ya dijimos la dinámica electoral sigue igual. No hay una petición de perdón por parte de los partidos, nadie en la calle cree que los acusados de corrupción y malos manejos sean los únicos que lo sabían y los únicos que actuaban. Ríos de tinta y horas de grabación se ofrecen por parte de los actores políticos para excusar los hechos. Nadie reconoce nada, nadie se desmarca de nadie hasta que alguien es apresado o condenado, normalmente en el extranjero. Mientras esto sucede, unos y otros arman sus pistolas verbales con balas acusatorias arrojándose a la cara las acusaciones que se van conociendo.
No hay una propuesta de limpieza por parte de los partidos. En el discurso de los partidos mayoritarios no se escuchan puntos de renovación o proyectos concretos que puedan conciliar nuevamente sus palabras, con las acciones y los ciudadanos. Están desaprovechando la oportunidad de hacer las cosas bien y de demostrar efectivamente que les preocupa el bien público.
Cada uno a su nivel, no excluyo a ningún partido de los presentes. Hemos tenido evidencias de que el adjetivo “político” cobija palabras y hechos de todos lados. Sea de un sobre con dinero o sea de unas bolsas deportivas con dinero. Pareciera que cuando voluntad, interés, elección, presupuesto… se acompañan con el adjetivo “político/a” se convierten en un pasaporte de omnipoder que justifica las conductas de tal manera que no hay nada más que decir, ni comentar, ni pedir perdón, ni ofrecer nuevos rumbos de futuro para mejorar. Pareciera que la vida “política” sigue desarrollándose como si no hubiera pasado nada.