ESPERAR
Hace ya cinco meses
que temprano me asomo
para ver si ya llega,
por mi calle de tierra,
por mi cielo de lluvia,
y mi árbol de ciruelas,
una voz que nos diga
que todo fue un mal sueño,
que salgamos del miedo
que nos tiene encerrados,
y que como hace poco
caminemos seguros
por la calle Guerrero,
por nuestra Plaza Juárez,
por esas nuestras plazas,
y sin temor a nada,
en la tienda de pastes
pidamos como entonces
dos de frijol y papa,
y veamos como entonces
a los hijos felices
en nuestro Parque Hidalgo,
en columpios de plata,
resbaladillas de oro,
sonrisas de diamante,
corazón que resuena,
monedas con el canto
de alcancías de esperanza,
mineros para siempre
en busca de una veta,
que pinte el horizonte
con pesos cero veinte
y una luna grandota,
en las noches tan nuestras
sin temor y sin miedo.
Y esperamos con ansias,
como la tarde aquella
corazón en repique,
Le dijimos quedito
a la mujer amada,
que el camino sin ella
no nos servía de nada,
pero juntos podíamos
retar a los caminos,
y luego la esperanza
creció en nuestros pequeños,
esperados en sueños
sonajas de cometas
profecía de los siglos.
Esperar esperando,
esperanza que crece,
ancla en nuestro sendero
que afianza nuestros pasos,
en que el día que viene
será mejor, más claro,
que estos días de amargura
de dudas y de miedo…
Y aquí estamos todos,
las manos levantadas
los ojos en el cielo,
y el rezo casi salmo,
en que pese a las cifras
negras como la noche,
decimos en el canto
que la esperanza vive,
que sigue como faro
alumbrando el camino,
aquel que creó las luces
estrellas y cometas,
y que nos dijo claro
como el agua del lago,
que estaría con nosotros
todos los días del hombre
hasta el fin de los tiempos.
Pero Señor, no duermas
que la tormenta arrecia,
que la barca se hunde,
y que el temor se agranda.