LAGUNA DE VOCES

* El viejo fax Panasonic

 

Por alguna razón que a la fecha desconozco, en el último cubículo de la redacción, se quedó conectado a una de las extensiones un viejo fax marca Panasonic, que desde hace ya varios años ha esperado, con rollo de papel térmico en su interior, la llamada que lo devuelva a la vida, pero que estoy seguro ya nunca llegará.

            Todavía durante algunos meses, luego de que la Internet se impuso como reina en los periódicos de todo el mundo, el viejo fax recibió los últimos mensajes, cartas, boletines de prensa, invitaciones y demás cosas que le otorgaban una categoría única en el periódico. Era un moribundo que hablaba de viejos tiempos, luego que dejó en el camposanto aparatos estorbosos como el teletipo para recibir y enviar información, con sus cintas amarillas perforadas.

            Estaba condenado a correr la misma suerte, porque además del doble trabajo que implicaba recibir las notas de los reporteros cuando andaban por otra parte del estado, y luego capturarlas para su procesamiento, el gasto en papel térmico resultaba cada vez más preocupante, y no se diga la lentitud para recibir cinco o seis cuartillas. Todavía peor resultaba el problema para alcanzar a leer si la máquina de origen en que se escribía tenía poca tinta.

            Sin embargo el olvido lo dejó abandonado en el último cubículo, pero no solo olvidado, sino engañado con la ilusión de que algún despistado llamará, marcará su extensión y esperará el tono para hacer llegar un fax.

            Nadie se ha atrevido a desconectarlo y dejarlo abandonado en la bodega del olvido, porque primero no estorba a nadie, y después porque no tiene cara de difundo con cables que le cuelguen por todos lados.

            Al contrario. La señora que hace la limpieza no deja pasar día sin pasarle un trapo, acomodarlo, hasta incluso descolgar el auricular para saber si todavía da línea, y preguntarse una y otra vez para qué habrá de servir ese teléfono negro, grande, con cara de fotocopiadora.

            Sin embargo a nadie le pregunta. Incluso intuye que debe ser importante el dichoso fax, porque sin servir absolutamente para nada, sigue ahí, en su lugar de siempre.

            No seré yo quien desencante a quien tenga la idea de que puede comunicar al más allá, es decir a un pasado nada lejano, a través incluso de un papel donde puede escribirse a mano y meterlo en la bandeja de salida, para que en otra parte del mundo se reproduzca como por arte de magia.

            Porque habrá que decirlo, se trata de los últimos aparatos donde es posible enviar algo propio como un dibujo, sin que medie un escáner o algo por el estilo. Nada de esas cosas nuevas. Simplemente una hoja en blanco, un lapicero o pluma, algo de imaginación y marcar el teléfono. Luego esperar los sonidos propios del universo y oprimir un botón, y hecho, el truco funciona.

            De tal modo que el viejo fax seguirá en su lugar.

            Un día que la tierra se colapse por la caída de todo el sistema de Internet, alguien preguntará si de pura casualidad alguien conserva un aparato como el que les cuento, y seguro seremos de los pocos que aun lo conservan, no como reliquia, sino listo para volver a lo suyo, que es burlarse de los prodigios de la modernidad.

            Por lo tanto, y esta es una conclusión, seguirá en su lugar.

            Que al fin a nadie importa.

 

Mil gracias, hasta mañana.

 

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta

 

CITA:

De tal modo que el viejo fax seguirá en su lugar.

            Un día que la tierra se colapse por la caída de todo el sistema de Internet, alguien preguntará si de pura casualidad alguien conserva un aparato como el que les cuento, y seguro seremos de los pocos que aun lo conservan, no como reliquia, sino listo para volver a lo suyo, que es burlarse de los prodigios de la modernidad.

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