«Los Castro ganaron a EU; morirán en la cama»

Entrevista a Norberto Fuentes

  • El escritor cubano que rompió con Fidel cree que su país «volverá a ser pronto un emporio de riqueza con casinos» y que la sucesión está bien atada

Acaba de publicar la versión reducida de «La autobiografía de Fidel Castro», donde recurre a las confidencias del expresidente cubano. Revela intimidades y cómo pensaba en momentos cruciales el hoy anciano líder del castrismo.

Norberto Fuentes (La Habana, 1943), autor de origen burgués, «metodista y fan de Elvis» vio en la revolución castrista «una oportunidad única de tener una experiencia para escribir».

Llegó a ser referente intelectual, amigo y confidente de los hermanos Castro, sobre todo en los ochenta. Cayó en desgracia dos veces. La primera tras escribir «Condenados de Condado», «primer libro disidente que se publicó en Cuba (1968)». La segunda, y definitiva, ocurrió después de que Fidel ordenase fusilar en 1989 a su amigo del alma el coronel Antonio de la Guardia, en una trama de narcotráfico y corrupción (caso Ochoa) que marcó un antes y un después de la dictadura cubana.

Fuentes fue recluido en su casa; se declaró en huelga de hambre e intentó huir de la isla, hasta que medió Gabriel García Márquez y en 1994 pudo salir del país. «Yo lo único que quería y quiero es escribir. La bronca de Fidel conmigo era por motivos ideológicos, la del exilio conmigo es por intereses mucho más bastardos, la contrarrevolución es un negocio y yo no entro en eso», asegura.

-¿Cómo cree que Fidel Castro lleva el deshielo entre Cuba y EU?

-Siempre estuvieron previendo esto, siempre lo quisieron. Es el objetivo final, el restablecimiento de las relaciones.

-¿Considera que la Cuba castrista ha ganado el pulso a EE.UU.?

-Sí, totalmente. También depende de a lo que llamamos ganar. Si resistir es vencer, llegar a los 50 años de un proceso en el cual la isla está destruida, la economía no tiene mucho que enseñar… Es una victoria personal, sobre todo de Fidel Castro. Vencieron en que se van a morir en el poder, en Cuba en una cama, sin que nadie los arrastre ni los cuelgue de una farola.

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