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RELATOS DE VIDA

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El sueño

Sentía frío y angustia, Mónica no sabía lo que hacía escondida detrás de un árbol en el parque del centro del pueblo, desconocía la razón por la que había llegado al lugar, era como si se hubiera quedado dormida esperando algo y de momento despertó sin acordarse del propósito de su actuar.

Mientras trataba de recordar, siguió esperando, cubriéndose de ser vista con ayuda del enorme pino, en tanto también intentaba hacer un repaso por su mente para descifrar su estancia en ese lugar.

Apenas habían pasado 15 minutos, pero el juego de las escondidas no era divertido sin saber a quién encontrar o qué buscar; cuando a lo lejos logró identificar una persona, a simple vista parecía su marido Edgar, aunque por la distancia no podía confirmarlo.

Forzaba sus ojos para acercar la vista, pero también pedía que el sospechoso se acercara para afirmar que se trataba de la persona que pensaba, y parece que su ruego fue cumplido, el hombre se acercaba casi a unos metros de llegar al escondite.

Al confirmar que se trataba de su esposo se alejó del árbol para llegar a él, pero una persona se adelantó abrazándolo y besándolo, acto que no fue interrumpido por la pareja, y Mónica se quedó estática sin saber cómo debería reaccionar.

Se quedó observando el espectáculo, no daba crédito a lo que veía, sobre todo porque Edgar abrazaba y besaba con intensidad a la tercera en cuestión; hasta que el enojo de Mónica se proyectó como una mirada incómoda que provocó que la pareja se separara.

Al darse cuenta que había sido descubierto, se alejó de la mujer y comenzó a correr para alcanzar a Mónica que ya había emprendido la huida impulsada por la decepción, el odio, la ira y la tristeza, sentimientos que originaron su desmayo.

Cuando despertó estaba acostada sobre su cama, al interior de su cuarto y a un lado Edgar dormido, revisó el reloj ubicado en el buró de su cama y se percató que eran cerca de las tres de la mañana.

Al ubicarse en tiempo y lugar, los sentimientos regresaron y comenzó a golpear y a reclamar a su esposo por la infidelidad, y el supuesto infiel esquivaba y se cubría de las cachetadas y puñetazos mientras argumentaba que no sabía de qué hablaba.

Los lanzamientos con fuerza la agotaron, momento que fue aprovechado por Edgar para preguntar lo que estaba pasando, porqué le pegaba, asegurar que en ningún momento la engañó y abrazarla para calmarla hasta reanudar ambos el sueño.

Al día siguiente, mientras el hombre  se bañaba recibió un mensaje en el celular, Mónica tomó el dispositivo y leyó: “te espero en el parque del centro del pueblo. Te Amo”.