ALFIL NEGRO

0

LAS VOCES  DE LA PANDEMIA

Los tiempos de nuestra vida 

tienen siempre su color,

blanco en bautizo de niños

y en las bodas con azar,

verde en los campos de trigo,

azul los días de la virgen,

rojo fiestas de septiembre,

y al final de los caminos

el negro de gran dolor…

Y cada tiempo mantiene

sus voces que lo definen

y nos gritan lo que pasa

como canto de ocasión…

En las fiestas de cumpleaños

en Hidalgo es el huapango,

y en carnaval es la banda,

en navidades villancicos,

en septiembre es el mariachi,

y en noviembre las canciones

que al que se fue le gustaban,

como ofrenda de salterios

De violines y requintos,

con mucho de la Huasteca

con sus ríos de mil cristales,

y su café de la sierra,

y sus panes milagrosos

con un sabor que recuerda

la risa de las muchachas,

y el canto de las campanas 

de las iglesias serranas 

donde vive muy contento

el creador del universo,

que aunque no es texto sagrado

Se alegra de ser serrano…

La pandemia no es ajena

a tener sus propias voces,

que todos nos aprendemos

de tanto estarlas oyendo,

que si la curva se aplana,

que si la estamos domando,

que el cubrebocas no sirve,

y frases que van perdiendo

su valor y su sentido,

porque son tantos los idos

lo que ya nos han dejado,

que las palabras no bastan

para curar tanta herida,

y como dice el poeta

al suelo le falta tierra 

para cubrir tanta tumba…

Por eso mejor me quedo

con las voces de mis hijos,

con lo que dice mi esposa,

y la voz de mis hermanos,

y ya cuando cae la noche

suena nuestra voz de padres

Para rezar el Rosario,

Por la salud de los hijos,

los que se fueron heridos

de esta pandemia que mata,

e imploramos el consuelo

para quienes lloran y extrañan

al ser amado que parte.

Y llegan hasta la casa

las voces que conocemos,

Panadero con el pan,

los camiones con el gas,

el camión de la basura,

y emociona y conmueve

el sonar de una trompeta,

de alguien que busca vida

con un sonido doliente

que disfraza de alegría 

con canciones que penetran

en el alma y corazón. 

Y ya cuando cae la noche

Estos días oír la lluvia,

la flauta que toca el viento,

y el sonido de mil soles

que ruedan allá muy alto,

y la sonaja de plata

de una luna bien redonda,

que baja rodando y riendo

desde los bosques del Real,

para quedarse jugando 

en los columpios del parque,

y oír la voz sagrada

del Nazareno que dice:

“no teman y desesperen

que Yo estaré con ustedes

Todos los días de la vida

porque ustedes son mis hijos

y los cuido y velo siempre”.