El Ágora

El pensamiento presocrático

Continuamos con la serie de columnas que iniciamos la semana pasada, que tiene como eje común la idea griega del derecho aplicada al México actual. Hoy, como título lo indica, arrancamos con algunos antecedentes, específicamente sobre la etapa de los presocráticos. 

El pensamiento filosófico occidental, entendido como punto de partida para preguntarnos el origen y las causas últimas de las cosas, surge con la tesis de Tales de Mileto, quien se pregunta cuál es el arjé de la fysis, el principio de la naturaleza, el elemento constitutivo de todo, es decir, ¿De qué están hechas todas las cosas? El ser humano, por primera vez, trata de dar respuestas a un problema fundamental como nunca antes se había hecho, al menos no en ese lugar del mundo. Tales responde a estos cuestionamientos con una afirmación que hoy podría parecer irrisoria, pues sostiene que el componente esencial de la naturaleza es, sencillamente, el agua. 

Por su parte,  Anaximandro sostiene que el elemento universal tiene que ser algo anterior a todo lo existente, por lo tanto es indeterminado, el ápeiron, lo infinito. Juan Pablo Pampillo Baliño hace notar que este elemento propuesto por Anaximandro conlleva una dinámica de creación y terminación, pues es el que da origen, por segregación, a la totalidad del mundo, pero este engendrarse y perecer es una injusticia en sí misma que se repara mediante el regreso de las cosas al ápeiron ilimitado, para no separarse nunca más.

El último de los pensadores que dio respuesta a la pregunta planteada por Tales, aún antes de la destrucción de la ciudad de Mileto en el año 494 a.C., fue Anaxímenes, quien pensó que el aire era el elemento primero del que estaban hechas todas las cosas de la tierra, el aire lo envuelve todo, por consiguiente, todo es en y por el aire. 

Con la llegada de Pitágoras sucede también algo sin precedentes; La abstracción del número. Este pensador, el primero en llamarse a sí mismo filósofo, sostiene una teoría que se conoce como de la “música de las esferas celestes”, mediante la cual se explica que los planetas y las estrellas producen sonidos en función de su distancia con la tierra. Estas ideas están plenamente identificadas con uno de los caracteres centrales del pensamiento griego, la idea del universo ordenado, el kósmos, y el humano, el antropos

Por ello es fácil comprender que para Pitágoras se pueda dar sentido al universo entero a través de los números, pues estos le conceden un orden, al tiempo que distinguen lo tangible de lo intangible. Con la abstracción del número, los pitagóricos introdujeron la noción de que las cosas incorpóreas ocupan, al igual que las cosas físicas, un lugar en el universo. 

Además, si la esencia de las cosas está en los números, entonces las cosas deben estar simbolizadas por un número específico. Los números pares son femeninos, los impares masculinos y la justicia es representada por el número cuadrado, la igualdad de lo igual, el cuatro. Tiene entonces la justicia una orientación matemática, que podemos identificar como una justicia conmutativa. Sin embargo, también existe una justicia distributiva, que se funda en una “estructura geométrica del orden social”.

Entonces, desde el pensamiento pitagórico, el cosmos se cimenta en una armonía metódicamente numérica y la falta de dicha armonía se comprende como un caos, es decir, la akosmía. Dicha disyuntiva entre el orden y el caos puede representarse también para la polis, en la que el mayor mal sería la anarquía. El orden, de esta forma, asimila a la justicia.

Gerardo Vela

Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVela

Related posts