PEDAZOS DE VIDA

Mayahuel 

En sueños le dio el mensaje. La niña de cachetes partidos por el frío, estaba raspando el centro del maguey para sacar con el acocote el dulce néctar, cuando un poco de fuerza ejecutada en un mal ángulo, provocó que esta cayera de cabeza y muriera tocando el corazón del maguey…

La escena había sido muy trágica, no se habían dado cuenta hasta que ya era demasiado tarde, el cuerpo sin vida, se iba navegando en una penca que flotaba sobre un río de pulque, la familia completa había ido al funeral, a lo lejos las campanas de la iglesia comenzaban a repicar, y de pronto el ataúd estaba por ser sembrado junto a los magueyales. La niña llevaba su ropa de tul que la hacía verse como si estuviera envuelta en hoja para mixiote.

De pronto el despertador convertido en un gallo que con su canto anuncia la llegada del alba, hizo que el funeral terminara, que don Cuco regresara a su cama, que el humo de la visión se esparciera al abrir los ojos. En tanto, doña Jacinta estaba encendiendo el fogón, ya tenía cerca la olla de agua en la que habría de preparar el café. Así que Cuco respiró profundo, se levantó pensando en lo que había soñado, y lo habló con su esposa cuando comió el desayuno.

Había sido Mayahuel, la que le había puesto en el corazón esa púa, había sido la Diosa antigua del maguey la que había dejado la fiesta para anunciar una tragedia. La Lupe estaba chiquilla y ya comenzaba a raspar el maguey, así lo entendió don Cuco, el enorme maguey en el que la niña se trepaba sobre sus pencas para rasparle el corazón podría matarla. Tras desayunar, salió al magueyal, y vio que el hueco era suficientemente grande como para ahogar a la criatura.

El maguey acabó su vida productiva antes de tiempo, por la creencia que se tuvo en un sueño, lo arrancaron, no sin antes aprovecharlo de otras formas. Y dos semanas después falleció doña Catalina, mamá de Cuco. La vistieron con su traje de tul como ella misma hubiera querido que se vistiera un cuerpo cansado del campo, cuerpo que mantuvo  un corazón que sólo se hizo débil con la muerte de Joaquín el hombre de la familia.

La Lupita ahora es doña Lupe, y siempre que cuenta la historia, nos saca su foto sepia en donde aparece junto a un enorme maguey, entonces bebemos pulque, agradecemos a la vida el dejarnos conocer mujeres como ella, que te dicen salud con un jarro de barro en la mano, mientras con una sonrisa su mirada se pierde entre las melgas, de donde brota el sabroso aguamiel. 

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