Aquellos días…
Aquellos días en los que caminaba por el campo, acompañando a mi abuelo a cuidar sus borregas, son irrepetibles y son un tesoro en mi memoria. Recuerdo que regresábamos con el chicote colgando en el hombro, con el sombrero que atajaba el sol y los borregos por delante, mostrándonos que con el tiempo aprendían el camino, aunque no faltaba el que siempre se quería salir de la fila.
El chicote rara vez lo utilizaba mi abuelo para golpear a los animales, siempre era el sonido el que provocaba el susto y los hacía no meterse a las tierras de cultivo y pastar sólo en las zonas permitidas, también era el sonido de trueno que emitía la pajuela al ser impulsada con fuerza de atrás hacia delante con el mango del chicote, el que daba la señal para regresar a casa.
A veces, mi abuelo pedía fruta con la gente de la comunidad, otras ni siquiera tenía que pedir, lo dejaban agarrar de los árboles sin más y también había veces que los dueños no estaban cerca de los árboles. Mi abuelo era un “frutero” porque comía fruta, además le gustaban las nueces y los cacahuates, hace rato que mi abuelo dejó su cuerpo cansado, y se fue como el humo que escapaba de su cigarro, cuando ya de grande me sentaba junto a él y me preguntaba por la familia, y de vez en cuando me daba algún consejo.
Aquellos días no volverán, pero así es la vida, esta escuela en dónde con el tiempo vamos viendo los rostros de nuestros maestros, los que se van, los que nos dejan y sin embargo se quedan para vivir a través de sus enseñanzas dentro de uno. Es complicado recordar sin que la nostalgia venga a someternos, pero con el tiempo todo se va componiendo, al final no queda más que mirar atrás, sonreír por los frutos que comimos juntos, por los consejos y las vivencias que no volverán.
Hoy es uno de aquellos días que alguien más, en algún punto de su historia recordará; y uno sin saberlo es aquél maestro que está para llevar al campo las borregas, sentarse en una piedra, comer un taco de frijoles refritos con chile y cebolla, mientras huele la hierba fresca del campo y las nubes se acumulan en el cielo, así es la vida, un cúmulo de tiempos aquellos que están siendo a cada momento.