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La nostalgia mantiene a flote a tienda de vinilos mexicana

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  • A sus cerca de 70 años, Villalpando se pasea en los pasillos llenos de discos de acetato de 45 revoluciones, viejos tocadiscos y grabadoras de audio, cassettes y libros

Con más de 45 años de antigüedad, una tienda de vinilos en Guadalajara se mantiene fuerte ante la crisis económica derivada de la pandemia por COVID-19 gracias a la nostalgia de los melómanos y al resurgimiento del disco en el viejo formato.

Ricardo Villalpando, dueño de “Roxy and roll, contó a Efe que sacar adelante este negocio es un acto de “amor al arte”, porque sabe que la cultura no da réditos como él quisiera.

Más que una empresa la tienda se convirtió en una afición donde expresar su gusto por la música.

“Es parte de la vida de uno, si fuera negocio no estaba aquí, ya me hubiera muerto de hambre, esto es como un hobbie, como un entretenimiento para la vida porque utilidad no deja, hace mucho que dejó de hacerlo. A uno le gusta la música y aquí seguimos rocanroleando”, expresó.

A sus cerca de 70 años, Villalpando se pasea en los pasillos llenos de discos de acetato de 45 revoluciones, viejos tocadiscos y grabadoras de audio, casetes, música en CD, libros y enciclopedias antiguos e instrumentos que adornan el lugar.

La tienda guarda joyas como discos grabados en las primeras décadas del siglo XX, discos de música prehispánica o ediciones especiales de grupos de rock emblemáticos como Kiss o The Beatles que son intocables y no están a la venta, pues forman parte de la colección de Villalpando.

Los clientes y algún necesitado de dinero llegan a la tienda para vender o comprar libros, revistas, cómics y cualquier tipo de disco.

El olfato y la experiencia de Villalpando se pone a funcionar de inmediato y reconoce cuando tiene en sus manos un tesoro, o no.

El dueño montó la tienda en su juventud junto con otros amigos melómanos que decidieron vender algunas piezas de su colección de música, arte y literatura, tiempo después los amigos se hicieron a un lado y él continuó con el trabajo en una tienda del centro histórico de la ciudad.

“Antes tenías que comprar a ojos cerrados, no los podías escuchar y no sabías qué música traía, estaban sellados, comencé a comprar y a reconocer marcas, nacionalidades a veces compraba el disco por la portada, por el artista, me hice de un montón que no me interesaban y puse el lugar para que la gente se los llevara”, dice.