El Ágora

 Quemar las naves

Al llegar a la costa Fenicia, Alejandro Magno observó que sus enemigos le triplicaban en número y que su tropa se sentía derrotada antes de pisar el campo de batalla, entonces, para sorpresa de sus hombres, mandó quemar todas las naves. 

Mientras su flota ardía, el líder macedonio reunió a sus guerreros y les dijo: “Observad cómo se queman los barcos. Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”. 

Así sucede cuando estás recorriendo un camino de autoconocimiento y crecimiento individual. Al inicio, pudieras creer que se trata de un laberinto lleno de dudas e incertidumbre, quizás sentirás que los malos hábitos, prejuicios y apegos con los que has crecido te arrastran de vuelta hacia un estado de supuesta “comodidad”. Esto implica, desde luego, que el verdadero enfrentamiento se da contra las limitaciones que tú mismo te impones. 

Por eso, el sendero del que hablo no es para cualquiera, sino para aquellos que tienen los arrestos para trabajar en pos de lo bueno, lo justo y lo bello. 

Los antiguos griegos decían que la virtud se alcanza mediante la costumbre, es decir, que no basta con realizar una buena obra de manera aislada para convertirse en personas virtuosas, más bien, hace falta la reiteración de dichas acciones para que éstas se transformen en una virtud.

Igualmente, afirmaban los griegos que las prioridades de una persona, para poder lograr la plenitud, debían ser las siguientes: Primero “ser”, después saber “hacer” y una vez conseguido lo anterior, pensar en “tener”.

De esta forma, si te comprometes con tu construcción personal, llegará un momento en el que no habrá más opción que avanzar hasta el final. Entre más estudies, entre más aprendas, cuestiones y reflexiones, entenderás que poco a poco dejaste de ser el mismo de antes y que lo único que queda es seguir trabajando en erradicar tus dudas, miedos e imperfecciones. “Quemar las naves, no hay marcha atrás”. 

Por ello, el conocimiento obliga y la ignorancia absuelve. Quien tiene conciencia de un problema, tiene también el deber de hacer algo al respecto. ¿Quieres cambiar?, ¿Quieres tener paz y éxito?, ¡Muévete! ¿Tienes frío?, ¡Muévete! ¿Estás cansado de esperar?, ¡Muévete! Aléjate del confort. ¡No tengas miedo de quemar las naves! 

*Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVela

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