RETRATOS HABLADOS

Tiempo de re-conocernos

  • Porque ni el Covid-19 ni las guerras son un milagro

No, lo que la vida con todos su recursos se ha visto imposibilitada para cambiar el destino infausto del ser humano, difícilmente podrá hacerlo una pandemia como la del Covid-19, porque no es la muerte y el terror que provoca en las personas lo que deriva en una nueva actitud. Si así fuera la infinita cantidad de guerras hubieran sido más que suficiente para ver de frente al nuevo ser humano. Pero no es así, y si acaso seremos testigos de arrepentimientos que serán olvidados apenas se extinga el último temor a dejar el mundo con un tubo en la garganta, y el absoluto horror de morir sin por lo menos despedirnos de algún ser querido.

Porque ni el Covid-19 ni las guerras son un milagro. Por el contrario, resultan ser una maldición de la que siempre buscamos olvidarnos, porque el dolor y el miedo no dejan vivir.

Sin embargo algo se obtiene de estos tiempos de sombras y zozobra, y puede ser al final de cuentas que aprendemos a priorizar lo que nos ofrece este paso vertiginoso por la existencia, aunque con toda seguridad la mayor parte cambiará esa actitud apenas llegue el olvido necesario, y la certeza de que como las locuras cometidas en una mala borrachera, simplemente fueron fruto de la inconsciencia.

Cada cual tendrá sus prioridades además de todo, que nadie puede erigirse en guía celestial de lo que es importante y lo que no, y si acaso podría haber cierta coincidencia en que el temor a la muerte no puede convertirse en la única posibilidad para guiar nuestros destinos.

Solo despojados de ese miedo, que por supuesto es natural a todos, podremos arribar al terreno vital donde cada cual dirá si esto o lo otro son lo más importante en su existencia, sin que nadie decida aprobar o reprobar con aires doctos de los que se dedican a esa actividad absurda de nacimiento.

Así que unos decidirán que es la posesión de cosas, de riquezas, de bienes, el único objetivo que les llena el alma. Muy su gusto y respetable el asunto.

Otros, espero muchos, que a pesar del miedo a la muerte, de pronto descubrimos que ser eternos solo puede hacerse realidad en el amor que logremos despertar en cada una de las personas que todos los días caminan con nosotros en este pequeñísimo trecho que es la vida humana. Podremos irnos, dejar de respirar, pero no lo haremos si se conserva un recuerdo mínimo, esperemos bueno, en quienes conocimos.

Si aprendemos a priorizar lo que nos interesa, y por ende puede hacernos felices, es posible sacar ganancias al encierro de casi cuatro meses, al convertirnos en casi extraños de casi todos.

Si también aprendemos que todo es tan efímero que por eso vale la pena dedicar todo lo que tengamos a la mano, a la tarea de que pudiéramos hacer real la felicidad y por real en simple lógica es la que no hace infeliz a los que nos rodean, habrá valido la pena.

Un poco más amable, amoroso, empático con todos, sería ganancia absoluta. Sería digno de reconocerse, de reconocernos, y esa es la conclusión: reconocernos en los otros, saber que de este modo puede existir la posibilidad de que salvemos el horror de la muerte.

Mil gracias hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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