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UN INFIERNO BONITO

PATRICIA “LA PATA”

Patricia González era la esposa de Juan “El Cartucho”, un grandote flaco, con cara de menso que trabajaba en la Hacienda de Loreto, vivían en el barrio de la Cuesta China en la calle de Ocampo, casi a la orilla de la carretera del Real del Monte. Patricia era chaparrita, por el nombre le decían “La Pata” 

Un día bajó al mandado y por la calle de Hidalgo, como a las 12 del mediodía vio a su viejo que se metió en una casa, se sentó a esperarlo, las lágrimas se le salieron por el coraje al saber que le estaba poniendo el cuerno. “El Cartucho” salió rápido y se le perdió entre la gente y como no pudo reclamarle, se subió a su casa, dándole vuelta sus pensamientos cochambrosos; al entrar a la vecindad fue con su comadre concha, que salió hecha la chingada a ver qué le había pasado.

  • ¿Qué le pasa comadrita? Que sube y baja el moco.
  • ¡Ay comadrita! Mi viejo Juan me anda haciendo de chivo los tamales, pero le juro que me las va a pagar.
  • ¿Mi compadrito? ¡Quién lo hubiera creído!
  • Lo castigaré y me vale madre que me metan al bote por mocharle el cacho.
  • Estoy de acuerdo en que se desquite comadre, si usted quiere, le consigo una pistola.
  • Mañana lo voy a espiar y cuando lo encuentre en la movida a los dos les voy a dar una madriza.
  • Ya deje de llorar comadrita, mejor le voy a dar un consejo, a lo mejor vio moros con tranchete. Recíbalo como si nada hubiera visto y déle confianza. 
  • No va a ser fácil demostrar mis dos caras, pero voy a tratar, luego nos vemos, voy a hacer de comer para que no se las huela que la descubrí.

A los pocos minutos, llegó su viejo Juan, muy contento, se acercó a su vieja y le dio un beso.

  • Ya vine, vieja.
  • ¿Ahora que te pasa? Vienes muy cariñoso.
  • Es que vengo muy contento, hoy al mediodía me la pasé a toda madre.

La señora lo miraba con odio jarocho, había momentos en que quería arrojarle en la cabeza la olla de frijoles, pero cuando él la veía, le sonreía, él le dijo después de comer:

  • Ahorita vengo, vieja, voy a chuparme unas cubas con mis cuates a la cantina, tengo que contarles un buen chisme.

La señora le sonrió, diciéndole.

  • Ándale mi amor, que disfrutes tus cubas.

Cuando vio que se perdió en la vecindad dijo a punto de llorar.

  • Maldito traidor, pero mañana me la vas a pagar.

Al día siguiente, a las 6 de la mañana “el Cartucho” se levantó, se lavó la cara, se peinó y su señora le preguntó:

  • ¿Qué milagro que te lavas la cara? Siempre vas a tu trabajo tal como te levantas.
  • ¡Oh, chinga! Nada te parece.

“El Cartucho” se fue a trabajar. 

Casi al mediodía, la señora “Pata” se disfrazó con un atuendo muy discreto, 

se escondió detrás de un coche enfrente de la casa de donde vio salir a su marido. A los pocos minutos del mediodía vio al “Cartucho” que llegó, tocó la puerta, le abrió una señora y se metió: cuando la mujer iba a cerrar la puerta “La Pata” la abrió de un aventón, sin darle tiempo de nada, en segundos agarró a la señora de las greñas y la tumbó jalándola de las patas, le dio de golpes, echándole madres, por “tumba hombres”, decía. 

Cuando “El Cartucho” se metió, le dio un faul con todas sus fuerzas, que lo hizo revolcar de un lado a otro, Se montó en la señora le sorrajó la cabeza en el suelo varias veces, hasta que quedó quieta, saliéndole mucha sangre, “El Cartucho” le gritó:

  • Déjala pinche vieja loca.

La señora se levantó y agarró un tubo y le dijo.

  • Ahora te toca a ti cabrón infiel, pero no te la vas acabar.

Con toda su furia, descargando su coraje, no dejó de pegarle hasta que le abrió la cabeza, al verlos a los dos golpeados,se fue, diciendo en voz alta:

  • Me la pagaron, quedaron como yo quería.

Llegó a su casa riéndose sola y se metió a la casa de su comadre Concha.

  • Ja,ja, ja. Que madriza les arrimé, me cae que no se la esperaban ¡Par de traidores! La vieja es alta, grandota, bien vestida y encopetada, pero no me supo ni a melón y no se diga del adúltero. Y ahora que regrese Juan le voy a echar en un costal todas sus chivas y lo voy a mandar derechito a ver a su madre, conmigo no se juega.
  • No tome esas decisiones de pronto comadrita, se debería de esperar, muchas veces los hombres engañadores se arrepienten.
  • Ni madres, ese cuate queda expulsado del equipo, su nombre quedará borrado en las actas de mis hijos y de la de matrimonio, voy a aconsejar a mis hijos que cuando lo vean, le avienten de piedras.

La señora compró un costal y comenzó a echar la ropa de su viejo para tocarle las golondrinas y no verlo nunca jamás. En esos momentos entró Juan “el Cartucho” llorando de pena, no sabía qué decir, ni qué hacer, al verlo “La Pata”, se burló de él.

  • Mira cabrón, el mechón de pelos que le arranque a tu querida, me duelen las uñas de los rasguños que le di.

Soltando el llanto a todo volumen “el Cartucho” se cubrió el rostro moviendo la cabeza le dijo:

  • La regaste vieja, la regaste, esa señora a quien golpeaste es la esposa de un gringo de la compañía, uno de mis jefes, como tiene mucho trabajo desde ayer me mandó a que fuera a su casa por su comida, por eso fui al mediodía, te dije que estaba contento porque me había dado una categoría aumentándome el sueldo, por eso fuí a la cantina a contarles a mis amigos. En la mañana me peiné y me lavé la cara, porque la señora tiene una casa muy bonita, son muy elegantes, pero ya te chingaste, la señora se la llevaron al hospital, a mí me corrieron de la Compañía.

La señora Patricia se puso muy nerviosa y se tiró de rodillas agarrándole las piernas a su viejo.

  • ¡Perdoname! ¿Qué vamos hacer?
  • ¿Qué vas a hacer tú? A mí ya me corrieron del trabajo.
  • Sálvame de ir al bote, me cae que lo hice por celos. Por favor, ayúdame.
  • Porque te quiero traté de hacerlo, le rogué, le supliqué a mi jefe que te perdonara, le dije que estabas loca, que de momento se te botaba la cuica y golpeabas a lo pendejo, que dos veces habías madreado a tu jefa, pero no quiso, me dijo que te iba a mandar al manicomio, su esposa está enferma del corazón y con la chinga que le diste está muy delicada, la acabaste de amolar. Lo único que puedes hacer es buscar un pollero que te pase al otro lado.
  • No seas gacho Juan, échame la mano, te juro que fue por defender mi amor.

En esos momentos tocaron a la puerta.

  • ¿Quién?
  • La Policía Ministerial, abran.

Se llevaron a la señora “Pata” a la cárcel, por confundir a una dama con la amante de su pinche viejo.