PARADIGMAS: RELIGIONES E IDEOLOGÍAS.

“El capitalismo es la base exitosa

de las religiones modernas”.

 

Yuval Noah Harari.

 

El concepto de paradigma en la actualidad, por obra y gracia del movimiento semántico traslada su origen estrictamente lingüístico al orden epistemológico: significa molde, estereotipo, cerrado círculo intelectual o costumbrista difícil de romper, resistencia al cambio…

 

Yuval Noah Harari, Profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén dice: “A menudo se presentan los últimos trescientos años como una edad de secularismo creciente, en la que las religiones han ido perdiendo importancia. Si hablamos de las religiones teístas, esto es correcto en gran parte. Pero si tomamos en consideración las religiones de ley natural, entonces la modernidad resulta ser una época de intenso fervor religioso, esfuerzos misioneros y sangrientas guerras. La Edad Moderna ha asistido a la aparición de varias religiones de la ley natural nuevas como: el Liberalismo, el Comunismo, el Capitalismo, el Nacionalismo y el Nacismo”. De acuerdo con los paradigmas tradicionales, estas creencias no serían religiones sino ideologías: “Si una religión es un sistema de normas y valores humanos que se fundamenta en la creencia de un orden sobrehumano, entonces el Comunismo Soviético no era menos religión que el Islamismo o el Cristianismo”.

 

Al igual que las demás religiones el Comunismo también tenía sus Sagradas Escrituras y Libros Proféticos: El Capital de Carlos Marx (que pocos conocen y muchos invocan), predecía que la Historia pronto terminaría, con la inevitable victoria del proletariado sobre la burguesía. Tenía grandes fechas conmemorativas como el primero de mayo y el aniversario de la Revolución de octubre. Tenía teólogos, profundamente conocedores de la Dialéctica marxista. Cada unidad del ejército soviético contaba con el equivalente a un sacerdote… El Comunismo también tenía mártires, guerras santas y herejías como el Trotskismo. Era una religión fanática y misionera. Un comunista no podía ser cristiano ni budista; difundía el evangelio de Marx y Lenin, incluso al precio de su propia vida. Era el Marxismo, una religión que profesamos muchos jóvenes de ese tiempo. Aun ahora, en las marchas “izquierdistas” se ven playeras con la imagen de San Ernesto, “Che Guevara”.

 

En la globalización, los dueños del mundo, del poder y del dinero (sugiere el autor en comento), han logrado incluso que varias constituciones nacionalistas, rompan los paradigmas de su Soberanía y reconozcan igual jerarquía a los Tratados Internacionales. La invocación y auge universal de los llamados Derechos Humanos, remiten a la revisión del paradigma ideológico (¿O religioso?) que le da origen: el Humanismo.

 

Aunque con variables, de forma, no de fondo, el paradigma del Humanismo, es concebirlo como uno sólo. Se puede sintetizar como la capacidad del hombre para creer en el hombre. Vaya un ejemplo burdo: la Edad Media vivió en el Teocentrismo; esto es, Dios y no el ser humano constituía la medida del universo. En una remembranza actualizada del sofista presocrático Protágoras de Abdera diríamos: “El Hombre es la medida de todas las cosas”.

 

Contrariamente a lo anterior, Noah Harari divide esta doctrina en tres: el Humanismo Liberal, el Humanismo Socialista y el Humanismo Evolutivo.

 

Dentro del Humanismo Liberal, se ubica el Capitalismo. Cree que la competencia abierta y el interés propio son las mejores alternativas para lograr una sociedad próspera. En una expresión no exenta de ironía dice que el Capitalismo es la más exitosa de las religiones modernas. Esta corriente considera que los seres humanos fueron dotados por el creador, de inalienables prerrogativas. Su naturaleza es única y sagrada. El núcleo interno de los humanos individuales da sentido a su vida, es el origen de toda autoridad ética y política. Los principales mandamientos del Humanismo Liberal protegen la libertad. A estos mandamientos se les conoce como Derechos Humanos. Desde el punto de vista económico, este Humanismo lleva a la más absoluta e injusta de las desigualdades. En lo social y en lo jurídico enseña a respetar y honrar la naturaleza de la “santa humanidad”. Con fundamento en los Derechos Humanos se defiende aún al peor de los asesinos, con el ánimo de enderezar el daño y el mal que éste haya causado.

 

El Humanismo Socialista cree que la humanidad es colectiva, no individualista. Mientras que el Liberal busca la mayor independencia posible para la persona, el Socialista pregona la igualdad, aún al precio de la dictadura. La inequidad que el primero engendra es la peor blasfemia contra la “santa humanidad”. Otorgar privilegios a los ricos, por encima de los pobres significa que se valora más el dinero que la esencia universal de todos los humanos.

 

Las dos corrientes anteriores, tienen cimientos monoteístas; parten de la convicción de que todas las almas son iguales ante Dios.

 

El Humanismo Evolutivo, en cambio, tiene sus representantes más famosos en los nazis. Lo que distingue a éstos de otras sectas humanistas es una definición distinta de “humanidad”. Bajo la influencia darwiniana, el Nacional Socialismo cree que la humanidad no es algo universal y eterno, sino una especie mutable que puede evolucionar hacia el superhombre o degenerar en un ser bestial, un subhumano. Por eso las formas degeneradas del homo-sapiens: judíos, gitanos, homosexuales y enfermos mentales tendrían como destino, el aislamiento o el exterminio. ¿Usted qué opina?

 

 

Octubre, 2015.

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