El Ágora

Un atropello más contra Palestina

Los atropellos contra el pueblo Palestino son una constante desde hace décadas. El Estado de Israel, siempre guiado por su afán revanchista y valiéndose de estrechas alianzas con potencias occidentales, especialmente con los Estados Unidos, ha fraguado toda clase de planes y cometido todo tipo de injusticias, logrando casi siempre pasar inadvertido en el escenario de las “urgencias” globales. 

Y es que pareciera que la comunidad internacional se ha conformado con lamentarse discretamente por Palestina, como si se tratáse de una situación incómoda y permanente, que a muchos preocupa, pero que nadie está dispuesto a atender realmente. 

En ese sentido, ha evolucionado durante los últimos meses, bajo la sombra de la pandemia por el Covid-19, el último de los proyectos expansionistas de Israel. De acuerdo con información de Amnistía Internacional, “el 20 de abril, tras las terceras elecciones en Israel en 10 meses, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su rival político Benny Gantz formaron una coalición de gobierno en virtud de un acuerdo de unidad. El trato incluía un acuerdo que permitiría al gobierno de Israel iniciar el proceso interno de “anexionar” partes de la Cisjordania ocupada que incluye asentamientos israelíes y la zona del valle del Jordán”. 

Cabe destacar, a manera de antecedente, que Donald Trump se pronunció sobre el tema desde enero de 2020, mediante el denominado “acuerdo del siglo”, donde se adelantaba ya la posibilidad de que Israel anexara más partes de Cisjordania. Dicho plan abarcaría, supuestamente, hasta un 33% del territorio ocupado. 

Así, para diversos analistas y críticos norteamericanos, el irrestricto y arbitrario apoyo de Trump a Israel, sumado a su completo desdén por el Derecho Internacional y los Derechos Humanos de la población palestina, pone de relive su cercanía con poderosos grupos religiosos, tanto judíos como evangélicos, que apoyan la causa sionista y cuyo lobby en Washington D.C. es medular para las aspiraciones político-electorales del todavía presidente de la Unión Americana. 

Todo esto tiene diversas implicaciones. Primeramente, la negación de los derechos civiles y políticos de los palestinos que habitan en los Territorios Ocupados, así como las violaciones a derechos fundamentales, como la igualdad y la libertad de tránsito. Además, habrá que preguntarse qué sucederá con el estatus de residencia y ciudadanía de los palestinos que viven en los territorios cuya anexión se propone. Es claro que la discriminación contra el pueblo palestino tiene carácter de institucionalizada y sistemática. 

Asimismo, la pretensión de Israel es notoriamente violatoria del Derecho Internacional y puede considerarse, incluso, como constitutiva de Crímenes de Guerra, de conformidad con el Convenio de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. 

Y no sería, evidentemente, la primera vez que ocurre algo así, pues la anexión israelí de Jerusalén Oriental, en 1967, ha sido condenada en múltiples ocasiones por el Consejo de Seguridad de la ONU, además de que se sigue considerando como parte de los Territorios Palestinos Ocupados. 

En fin, ¿hasta cuándo se tolerarán las injusticias y las humillaciones contra Palestina?, ¿acaso es posible solucionar un conflicto cuando una de las partes tiene un poder político, militar y económico tan desproporcionado frente a la otra?, ¿algún día la Comunidad Internacional abandonará la hipocrecía y dejara de conmiserar al pueblo palestino para verdaderamente poner un alto a los abusos de Israel?

*Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @GerardoVel

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