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UN INFIERNO BONITO

“EL CEPILLO”

Eran como las 8 de la mañana, en una vecindad del barrio del Arbolito, se escucharon gritos desgarradores de una mujer, salían de la casa de Jacinto Hernández, conocido como el “Chinto” se escuchaban en toda la vecindad, espantaron a los perros que no dejaban de ladrar, los vecinos se asomaban por sus ventanas, a ver qué pasaba y la voz no dejaba de decir:

  • ¡“Chinto”, mi amor, no te mueras! ¡Dios mío, no te lo lleves! Es lo único que tengo.

María, a quien le decían la “Prieta”, era la mujer del “Cepillo”, que vivía a un lado, le dijo, a su marido:

  • ¡Pinche vieja hipócrita! Me dan ganas de irle a romper el hocico, por gritona, ni que lo hubiera querido mucho, lo hacía guaje con varios cuates, es una gallinita ponedora.

“El Cepillo”, enojado, le dijo:

  • ¡Cállate el hocico! ¿A ti qué te importa? No te metas en la vida privada de los vecinos ¿Cómo sabes?
  • Lo que se ve, no se juzga, anoche se la estaba raspando el lechero, en la puerta de la vecindad.
  • ¿Estás segura que era ella?
  • ¡Yo la vi, con estos ojos que se van a comer los gusanos, al verme ni pena le dio, me saludó sonriente “Buenas noches prietita”, me dijo, me cae que me dieron ganas de llevarla de las greñas a su casa para que cuidara a su señor, que estaba enfermo, y no estar de caliente con ese viejo.
  • Bueno, ¿y a ti qué te importa?
  • ¡Si me importa! Vieja hipócrita, ahorita está dando unos gritos tan fuerte y desesperados, que parece que está pariendo chayotes. 

“El Cepillo” era muy amigo del difunto y fue a su casa, a ofrecerle ayuda a la viuda y su sentido pésame. La señora estaba de pie y el cuerpo del difunto en la cama en posición de firmes.

  • ¡Lo siento mucho! ¿le puedo ayudar en algo? ¡Cuente conmigo en todo!
  • ¡Ay! “Cepillito” se murió mi esposo, ¡Yo También me quiero morir! ¡Dios mío llévame con él!

La viuda abrazó al “Cepillo” y recargó su cara en la de él.

  • ¡Dios me lo quitó! Lo quería tanto…¡Ay! ¿ Por qué? Te lo llevaste y era un hombre muy bueno.

“El Cepillo” abrazó muy cariñoso a la señora y le dijo:

  • Resignación, señora, estos son los caminos de la vida, nacemos y morimos.

Los dos se abrazaban y “El Cepillo” le sobaba la espalda, hasta llegarle por las nalgas.  De momento entró doña María, al verlos abrazados los desapartó violentamente, como estaban mal parados cayeron sobre el muerto, se levantaron como resorte.

  • ¡Señora, por favor respete mi dolor!

“La Prieta” a jalones se llevó a su marido a su casa.

  • ¡Vieja descarada! Tiene al muertito a su lado, y chilla en tu hombro, eso es no tener madre
  • Compréndela, mujer, estos momentos no se le desean a nadie, cualquiera busca refugio en un amigo, en este caso fui a darle el pésame, y ella me lo agradeció.
  • ¡Y tí muy contento, cabrón! Acariciando sus cabellos y sobándole la joroba, ¿Por qué no me la sobas a mí?

“El cepillo” se  dio la media vuelta para salirse, pero su vieja lo metió de las greñas.

  • ¡Ahorita mismo me vas a decir qué relaciones tenías con la mujer del muerto o te vas en la misma caja!
  • ¡Cálmate! Los celos te están volviendo loca.
  • ¿Celos de ella? ¡no seas mamón! lo que me enoja es que le ponía el cuerno a don “Chinto” y escúchala, chilla como sirena de ambulancia, pero le voy a ir a partir la madre, para que lo haga con ganas.

“La prieta” dio el paso para salir, pero “El Cepillo” la cargó, la metió a su casa y cerró la puerta, la puso contra la pared y con el puño cerrado le aventó un golpe, la señora se agachó, si no le hubiera pasado lo que al perico. El puño del “Cepillo” se estrelló en la pared, y sobándose la mano se salió de su casa.

Poco después llegaron los Ministeriales, se escuchaban rumores de que a don “Chinto” le ayudaron a morirse apretándole el gañote.  Se llevaron a la viuda y se soltaron los chismes. Dijo Panchita la portera:

  • Estoy segura de que el que le dio en la madre a don “Chinto” fue uno de los que viven aquí, anoche que salí a hacer de la chis, vi una sombra por la casa del difunto, y se perdió entre las casas, pero no vi donde se metió.

Dijo Juanita muy tranquila, dijo:

  • Por mi parte, mi viejo no pudo ser, él diario llega borracho y se queda tirado donde caiga

“El Cepillo” estaba muy preocupado, entraba y salía de su casa, y al escuchar las pláticas se angustiaba más, se metió a su cuarto, se sentó a la orilla de la cama, muy pensativo, entrelazando los dedos de las manos, a punto de brotarle el llanto! Entró su señora y le dijo:

  • ¿Qué te dolió mucho la muerte del “Chinto” o que se hayan llevado al bote a la piruja?

“El Cepillo” no le contestó, como era de noche, levantó las cobijas, se desvistió, y se acostó, al poco rato lo mismo hizo su señora, “El Cepillo” se volteó para la pared, pero doña Lucha, estaba como cuchillito de palo.

  • ¡Hay gallos que ven una gallina ajena y la están pise y pise, pero en su gallinero no cantan!

Sin hacerle caso, “El Cepillo” se tapó la cara con la cobijas y se quedó dormido, roncando como león africano. La señora seguía como guacamaya, hasta que le ganó el sueño y se quedó dormida, pasaron las horas y “El Cepillo” tuvo una pesadilla, y gritó muy fuerte.

  • ¡No! 

Con el grito, su señora se cayó de la cama, se paró hecha la chingada sobándose la cabeza despertó al “Cepillo”, ya era de madrugada, se vistió y comenzó a buscar su zapato y lo tenía escondido su mujer.

  • ¡Dame mi zapato o te desmadro!
  • ¿Dónde piensas ir? ¿A poco crees que no me di cuenta que andabas con esa vieja? ¡Tú mataste a don “Chinto”!
  • ¡Yo no fui, yo te lo juro que yo no fui!
  • No te hagas pendejo, anoche saliste al baño, y regresaste muy nervioso, no pudiste dormir toda la noche. ¿Por qué no fuiste a trabajar? Esperaste a que la vieja gritara, para hacerle al mago, pero lo que más te dolió, fue que te dije que estaba con el lechero, a ti también te vio la cara de pendejo.

“El Cepillo” la aventó en la cama, se le montó y le apretó el pescuezo, la señora estaba con la lengua de fuera, y sus ojitos en blanco, pero la salvó la campana. En esos momentos entró la policía, y a punta de madrazos se lo llevaron, comprobaron que él y doña Susana, le habían dado en la madre al “Chinto”, “La prieta” se cambió de barrio. Y “El Cepillo” está en la cárcel. Los comentarios de las vecinas salieron a flote, dijo doña Paz,

  • ¡Estaba en el baño sentada como el tigre de Santa Julia cuando escuché que los planes de la vieja y del “Cepillo” iban a asesinar a don “Chinto”. Hicieron un plan! Ella le dijo: “En el momento de que le llegues a la casa,  apriétale el pescuezo, por la mañana yo le hago a la chillona y digo que se murió” 

Yo pensaba que era el pinche lechero, porque seguido le entregaba la leche a la señora. 

  • ¡Mejor vamos a callarnos si no nos van a embarrar. Los policías ya se chingaron al “Cepillo” y ahora van por el lechero.