Home Un Infierno Bonito UN INFIERNO BONITO

UN INFIERNO BONITO

DON “TOÑO”

Un día, don “Toño” subía borracho por el callejón del Porvenir, del barrio del Arbolito, agarrándose de la pared; al meterse a su casa, sin darse cuenta, pisó al perro llamado “Firpo”, que estaba echándose su siesta debajo de un escalón, le dio una mordida, que por poco le arranca un pedazo de nalga.

  • ¡Ay Cabrón! Pinche perro.

El perro se echó a correr, mientras que don “Toño” se puso la mano donde lo mordió, le escurría la sangre hasta el zapato,  hacía unos gestos que parecía que había chupado limón. Y hablaba solo.

  • ¡Ay, mamacita, cómo me duele!

Cuando llegó a su casa, entró despacito, su vieja le preguntó.

  • ¿Por qué te vienes agarrando la cola? ¿te ganó en los pantalones? ¡te han de haber hecho mal los frijoles!
  • ¡Qué  frijoles, ni que nada! Me mordió el perro de don Mateo.
  • A ver. ¡Hijole! Por poco y te deja sin una nalga, tienes que ir al Centro de Salud para que te inyecten, no te vaya a dar rabia y nos muerdas a nosotros. Porque ese pinche perro se ve muy mal, tiene mirada de lobo y camina como león. Quítate el pantalón, y ahora me toca a mí bajarte los calzones. ¡Ay Dios! Te enterró todos los colmillos, si al menos hubiera estado chimuelo, hubiera sido menos la mordida. Te voy a poner  alcohol, para que no lo sientas, te lo echo de a madrazo, ¡ahí te va!

La señora Julia le vació la botella de alcohol. Don “Toño” se paró con los pantalones en la mano, brincaba como si estuviera brincando un mole en la reata.

  • ¡Ay, güey! Sóplale con algo, rápido.

 Doña Julia, con sus mejores reflejos, agarró el aventador y le soplaba con ganas en la cola.

  • ¡Uff! Sentí que se me pusieron tiesos los dedos de los pies de de las patas.
  • Acuéstate, te voy a echar otro poquito.
  • ¡Ni madres! Dame calzones y pantalones limpios, voy agarrar a puras patadas al perro, y si se mete don Mateo, también le rajo la madre . ¡Cómo me duele la mordida!
  • ¡Mejor si ves al perro, cóbrate con la ley del tailon, aunque a mí me gustaría que fueras a levantar el acta, para que se lleven al perro y le abran el coco, a ver si no tiene rabia.
  • ¡Voy hablar con don Mateo, para que me pague las curaciones!
  • ¡Ni le busques ruido al chicharrón! Ese pinche viejo cuando anda briago, es muy bronco, tiene pocas pulgas, ya ves que cuando  le da en la madre a su vieja la manda al Hospital. Por eso te digo que vayas al Ministerio Público, porque si te cortan la nalga, te tiene que indemnizar.
  • ¡Voy a ir a echarle un calambrito a su vieja, para que sepan con quién está tratando!

Don “Toño” rengueando, llegó a la casa de don Mateo, tocó y le abrió doña Marta, muy enojado le preguntó:

  • ¿No está don Mateo?
  • ¡No tiene hora, hasta que cierran la cantina, si necesita algo, búsquelo allá!
  • ¡Le vengo a reclamar que me mordió su perro!
  • ¿Mi perro? ¡No mame! Mírelo, está echando su sienta, a lo mejor lo confundió con otro de la vecindad.
  • ¡No señora!  Su perro se está haciendo guaje, ¡Mire cómo abre el ojo!
  • Permítame decirle, don “Toño”, que mi perro es muy juguetón, con todos los chavitos, juega muy cuate con los vecinos, de todos modos le voy a decir a Mateo para que le llame la atención!

Don “Toño” se dio la media vuelta dejando a la señora con la palabra en la boca, y regresó a su casa. Le dijo su vieja:

  • ¡Cada rato rengueas más viejo, y vienes colorado como chinicuil, para mí que tienes calentura. Te voy a poner agua y te das un baño de cola, para que se te corte!
  • ¡Me voy a tomar una cuba bien cargada, para que se me quite el dolor!

Don “Toño” mientras se tomaba la cuba, se puso a escribir en un papel, y entró su vieja corriendo.

  • ¡Viejo! Ahorita que fui a traer el pan, ya llegó don Mateo a su casa, es el momento de que le vayas a parar los tacos, para que eduque a su perro!
  • ¡Voy a verlo, espérame aquí, este es asunto de hombres, si no va a pensar que me escondo tras tus faldas!
  • ¡Yo voy contigo, ese viejo es muy traicionero! Si te da en la madre, te ayudo a levantarte.

 Don “Toño” salió muy decidido a hacerle un reclamo al dueño del perro que lo mordió, y al tocar la puerta salió don Mateo.

  • ¿Qué se les ofrece señores?
  • ¡Vengo a verlo para hacerle un reclamo, su perro me mordió, aquí traigo un pliego de peticiones para que la cumpla al pie de la letra,  si no lo hace, voy a quejarme ante las autoridades, para que le den muerte al perro. Respecto a usted, quedará encarcelado por cómplice, aquí le dejo el papel, léalo con cuidado.

Don “Toño” le entregó el papel, don Mateo lo rompió, lo hizo cachitos y se lo aventó en la cara. La señora Julia se enojó.

  • ¡Viejo desgraciado! Lástima que no soy hombre para partirle la madre, como usted hizo el papel de mi viejo.
  • ¡Más respeto señora! De una buena vez les digo que no les voy a pagar nada, Ya mi vieja me pasó las novedades del día, y haciendo una investigación llegué a la conclusión, que usted le dio una patada a mi perro, por eso lo mordió, y no se preocupe que no tiene rabia, desde cachorrito, lo lleve al Centro de Salud, le pusieron sus vacunas tiene la triple, está desparasitado y lo bañamos cada tercer día, lo llevamos cada mes al veterinario y tenemos el diploma, como el perro sano del año. ¡Ahora si se quiere dar en la madre conmigo, aviéntese, a mí no me venga apantallar, porque trae pareja, si quiere llamo a mi vieja y nos echamos una lucha de relevos!

Don Mateo le aventó un descontón, con todas sus fuerzas, don “Toño” se agachó, y se lo pegó en el mero hocico a su vieja, que estaba de babosa junto a él.

  • ¡Ayyy!
  • ¡Ya ves! Te estoy diciendo que te quedaras en la casa, pero eres necia como un pinche burro.

La señora hizo bizcos y se desmayó, don “Toño” se la echó al hombro y se la llevó a su casa, le dio a oler alcohol, la señora volvió en sí, y le le preguntó.

  • ¿Qué me pasó viejo?
  • ¡Ese güey te descontó a la mala, pero lo desmadré, descansa un rato, voy por hielo para que se te desinflame el hocico, y no te metas en cosas de hombres.

Al día siguiente, don “Toño” encontró a don Mateo en la cantina, y se hicieron amigos, se cruzaron varías cubas y se olvidaron de la mordida, y que don Mateo había descontado, sin querer, a su vieja.