Otra vez tenemos que hablar de racismo, otra vez toca señalar lo evidente, indignarse por lo absurdo y demandar esa tan anhelada justicia que parece esconderse a la vuelta de la esquina, pero que nunca acabamos de encontrar. Otra vez las plazas y avenidas, los micrófonos y las plumas vuelven sobre este viejo tema. Una vez más, en pleno 2020, existe la penosa necesidad de alzar la voz y protestar contra esto. Y no me mal entiendan, no lo digo ni con condescendencia, ni mucho menos con pereza. Lo digo, más bien, con rabia, aunque desafortunadamente no con sorpresa. Éste es el mundo en que nos ha tocado vivir.
El artero asesinato de George Floyd, hombre afroamericano, a manos de un policía blanco en la ciudad de Minneapolis, reavivó una mecha que tanto en Estados Unidos, como en otros países, nunca ha estado del todo apagada. Allá, en medio de la pandemia, la cosa se tornó compleja. La gente tomó las calles, harta, cansada, por tener que exigir de nueva cuenta que se respete la vida de quienes pertenecen a una minoría históricamente lastimada. Sin embargo, la protesta no se limitó a eso.
En una imagen que circuló ampliamente en redes sociales, se observan cinco personas protestando afuera de las oficinas centrales de CNN, en Atlanta. Dos de ellas muestran las banderas del movimiento Black Lives Matter y de México. ¿Y por qué es tan poderosa y significativa esa fotografía? Bien, porque el hecho de que en el marco de las propuestas por la brutalidad policiaca, la gente haya decidido manifestarse contra las instalaciones de una cadena así de masiva, implica primeramente que hay un hastío generalizado contra la manipulación de los medios de comunicación, pero principalmente porque el mostrar en lo más alto esas banderas, se simboliza la unión entre afroamericanos e hispanos (recordemos que a partir del discurso de odio de Trump, los racistas llaman mexicanos a todos los hispanos), pues aunque sean dos poblaciones diferentes, se reconocen como víctimas del mismo opresor.
¿Pero en México hay de verdad racismo? En ese sentido, creo que es equivocado abordar la cuestión buscando “parecidos” o “semejanzas” con las características del fenómeno en nuestro vecino país del norte.
Asimismo, creo que el error está en pensar que el racismo es forzosamente un odio consciente, cuando más bien, se puede tratar de una situación internalizada, normalizada y profunda, individual y colectivamente.
Claro que en México hay racismo, aunque a la gente que vive en una burbuja, como los “actores” e “influencers”, Juanpa Zurita y Bárbara de Regil, les parezca increíble. Y en México, además, se combina con la crudeza del clasismo, la xenofobia y la desigualdad.
Esta es una buena oportunidad para reflexionar sobre lo que podemos y debemos cambiar. Y también para pensar a qué clase de personas encumbramos como líderes de opinión. Aprendamos a poner cada cosa en su lugar.
Abogado y profesor del Tecnológico de Monterrey
Twitter: @GerardoVela