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UN INFIERNO BONITO

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EL DEBATE.

Juan “El Cajete”, discutía a grito abierto con su vieja “Chana”, a causa de las palabras del presidente Peña, que dice en todos sus discursos, que México es un país que está creciendo por su alto índice de empresas que ha traído al país, pero nosotros estamos viviendo iguanas ranas de jodidos. “El Cajete” alegaba con su vieja, que no podía aumentarle el gasto porque trabajaba en el Programa Emergente de Gobierno del Estado, y que esos monos se hacen güeyes, sólo les dan el mínimo.

 

Le decía que si no se daba cuenta, o se hacía pendeja, que él trabajaba de sol a sol y eso le ocasionaba que se tenía que tomar por lo menos 5 caguamas para que no se deshidratara, y como le pagan menos del sueldo mínimo, salía poniendo como las gallinas.

Su greñuda vieja no entendía razones, le decía que le valía madre, que el dinero que le daba no le alcanzaba ni para el bofe del gato. Estaba enojada, que le daba vueltas al asunto buscando la forma que su viejo le diera más dinero. Y le dijo:

  • ¿Por qué no te metes de minero?

Al “Cajete” parece que le picaron la cola.

  • ¡No mames, pinche Chana! Esos pobres cuates les ponen una madriza debajo de la tierra, que quedan locos, les pagan una madre, están como calacas, andan hablando solos, caminan con las manos colgando, mirando al suelo, como si les pesaran las nalgas.
  • Ya te dije que eso me vale, o le entras para el chivo o te vas redonditamente a ver a tu madre. ¿Crees que con100 pesos que me das a la semana me alcanza para darles de tragar a 10 chamacos, y de pilón a ti, cabrón, que comes como pelón de hospicio? Por Dios, pon los pies sobre la tierra pinche Cajete, me da mucha pena darles a los chavos de comer puros frijoles con memelas, pobrecitos, luego andan como ametralladora.
  • En esa parte estoy de acuerdo contigo, vieja, pero debes de comprender que mi trabajo es eventual, dice mi encargado que en unos 3 o 4 años llega el aumento, hay que tener paciencia.
  • Ya no quiero alegar contigo, eres un pobre pendejo, y es como si estuviera hablando con un pinche burro.
  • Tú eres la que no entiendes, ni a madrazos creo que te haga entender. ¿Por qué no nos aventamos un debate como lo hacen los políticos chingones, a ver quién tiene la razón? Lo hacemos enfrente de toda la familia, los amigos y compadres, para que sepan quién gana, y el que pierda se calla el hocico y jamás menciona el asunto.
  • Ya dijiste, güey, como sabes que llevas la de perder, no vayas a salir con la mamada de que se canceló, porque te doy en la madre, ya te traigo en mi cartera.
  • No me amenaces pinche chaparra. Hoy, hoy, sabemos de qué tigre salen más rayas, el debate va ser en serio, no vamos a tener padrinos que nos aconsejen, lo haremos en la noche para que sea más emocionante, y para que me aviente el mañanero.

Le dijo doña Chana:

  • Me tienes que decir la hora, para avisarle a toda mi familia, ya ves que viven lejos, y quiero que estén presentes porque te voy quitar lo hablador; esto se va a poner de pelos, para que no haya pez, la mediadora ya la tengo, será doña Pancha, que es una persona neutral. Y muy legal.
  • ¡No! Esa pinche vieja no. Todos la conocemos, es feminista, y me va a poner en la madre poniéndose de tu lado, de por sí anda de chismosa, que todos los hombres son infieles y desobligados y borrachos.
  • Ya dijimos, y no te vayas a echar para atrás, para rajarte a tu tierra, cabrón, yo soy de palabra y sabes muy bien que las mujeres de Pachuca prefieren morir vírgenes antes de parir pendejos. A tu jefa la han de haber agarrado durmiendo, por eso te tuvo a ti.

Se dieron la mano, la señora se puso en chinga loca, y el Cajete se metió a la cantina a tomarse un pulmón. La noticia se corrió como reguero de pólvora en todo el barrio, hicieron volantes, que en la vecindad del callejón de Manuel Doblado 24, del barrio de La Palma, se iba a realizar un debate, se juntó mucha gente, pues nunca habían visto una babosada en vivo.

Los chamacos anduvieron repartiendo volantes en todos los barrios cerca, también invitaron a los de gobierno del Estado, a los de la Presidencia Municipal, y a los representantes de los partidos políticos, para que aprendieran cómo se hace un debate.

Desde la 6 de la tarde comenzaron a llegar los invitados, y se colaron los vendedores ambulantes, los boleros del jardín, y varios taxistas. Dieron las 8 de la noche en punto, llegó la hora de la verdad, en medio del patio pusieron un templete con sillas alrededor, los dos contrincantes, uno de cada lado, y habló doña Pancha:

  • Muy buenas noches tengan todos ustedes, damas y caballeros, les agradecemos y les damos las más sinceras gracias por su presencia, donde estaré como mediadora, donde vamos a saber quién tiene la razón de un matrimonio que no están de acuerdo en sus asuntos personales, y viven como perros y gatos.

Para no echarle tanta crema a los tacos, les presentó a los dos contrincantes, vecinos de la vecindad, casados por las tres leyes, el señor “Cajete” que fue el que reto públicamente a la señora “Chana” a debatir sobre su vida social. Ya los revisó la curandera Juanita, y tengo el resultado, que los dos están en pleno uso de sus facultades mentales.

Voy a sacar un papelito del sombrero que tiene el número uno, que le corresponde a la señora “Chana” y el número dos al señor “Cajete”. Le damos vuelta y más vueltas y comenzamos, el número que salió fue el uno, y le toca hablar a doña Chana, le damos dos minutos para hablar.

  • Yo “Chana” Hernández, me presentó ante ustedes como una mujer abnegada, soy Priista, Tuza y Guadalupana. Siempre he obedecido sin protestar a mi marido, porque el obedecer es norma de profesión, también debe hacerse como toda fiel cristiana, pero déjenme decirles que la situación me ha hecho enfrentarme a un burro, porque estoy flaca, no por guardar la línea, sino por falta de alimentación. Este méndigo no me da lo necesario para comer, vestir y calzar, se me cuentan todos los huesos de lo flaca que estoy, y dentro de un momento les voy a enseñar que ni a calzones llego.

Vean a mis chavos, que están en la misma forma, por lo tanto, señalo a mi viejo borracho, como un hombre desobligado, y mal esposo, porque es descendiente de familia hojaldra, por ahí dicen las malas lenguas, que anda de rabo verde con la pinche vieja panzona de la tamalera.

Doña Pancha interrumpió, sonando una campanita:

  • Alto “Chanita”, su tiempo ha terminado, le toca rebuznar al señor “Cajete”.
  • Yo me presento ante ustedes, como un hombrecito cumplidor en todos los aspectos, siguiendo los pasos que me dejó mi padre que en paz descanse. Trabajo como burro, para darle lo necesario a mi trompuda, lo que pasa es que presto mis servicios en Gobierno del Estado y me explotan como a los migrantes que andan recogiendo fresas todo el día, y me pagan 50 pesos diarios, sin embargo, tengo que aguantar vara de todas las habladas que me echa mi greñuda vieja.

No gano ni para curármela, además, Chana es una mujer ignorante, dicen que se parece a su jefa, me pide dinero como si fuera diputado. No quiere que me junte con amigos, me quiere tener encerrado como gato ratonero, nada más cuidándole las teleras.

Tiempo. Terminó señor cajete. Sigue usted “Chanita”.

  • Ya para darle la puntilla a este güey, les diré que es un borracho mamón, que pertenece a raza mendiga, que desconoce la mano que le dio de tragar, miren estas cicatriz que tengo en la espinilla, y golpes en todo el lomo, y una en la cabeza, hace unos días me la hizo de una patada. Me descontó a la mala y se echó a correr, si lo hubiera agarrado no estaría presente; llegó a la medianoche, como perra flaca, haciéndomela de pedo, que no recordaba nada de lo que me hizo, a pesar de que todos sabemos que no hay borracho que trague lumbre; le di otra oportunidad, no me rajé con mi papá, porque le hubiera rajado cuenta madre tiene, quiero decir que le salvé la vida.

Tiempo, Chanita, sigue el señor “Cajete”.

  • Lo que dice mi vieja, que la desconté a la mala, eso no es cierto, quiero decirles que es mentira, no soy traicionero, se me puso al brinco y tuve que darle un soplamocos, porque como marido me tiene que respetar como si fuera su padre, tengo todo el derecho de desmadrarla cada que se me eche a las barbas, y ya picado, si hay un changuito entre los presentes, que le brinque, estoy a su disposición de madreamos.

La señora Pancha se levantó como resorte, abriendo las manos, diciéndoles que se calmaran, que no se fueran a calentar, y como mediadora, nombró como ganadora a doña Chana.

  • Silencio ranas, que va a cantar el sapo. Según las reglas que se pusieron para celebrar este debate, automáticamente lo ganó la señora Chana Hernández, y por lo tanto, pido un aplauso para la ganadora, y todos los presentes tienen el derecho de abuchear, chiflar y mentarle la madre al Cajete, que como perdedor, desde hoy en adelante, tendrá que buscar otra chamba, y si no cumple con sus obligaciones será expulsado del barrio y de la vecindad.

De momento vimos al Pingüino, el suegro del Cajete, que brincó las sillas tumbando a los que estaban sentados, se subió al estrado y le puso un madrazo en el hocico al “Cajete” que lo mando de nalgas, dándole de patadas. En eso entró al ruedo la mamá del “Cajete”, que le dijo:

  • Déjelo, pinche viejo encajoso, él no está solo, aquí tiene a su mera madre.
  • Usted no se meta señora, porque la puede pasar mal.

Sin hacerle caso a la señora Gamusita, el papá de “Chana” le siguió pegando al “Cajete” que ya no sentía lo duro sino lo tupido, hasta que entró su familia del golpeado y se armó un desmadre, familia contra familia, volaron las sillas, hubo heridos, llamaron las ambulancias y varias camionetas patrullas, que a macanazo limpio se los llevó ante el Ministerio Público, que les dijo que iba a encerrar a todos porque los debates solamente lo pueden hacer los candidatos a presidentes, o algún politiquillo que rete a otro, que para hacer su famoso debate hubieran invitado a Obrador del PRD o al presidente del PAN, que les iba a poner una multa alta para que se enseñen a respetar los debates, que solamente los hacen los viejos payasos.

Panchita la portera estaba en el Hospital General, porque al tumbarla se cayeron encima varios de los peleoneros y le quebraron una pata, pero lo que más le preocupaba era que se tenía que enfrentar a su marido “El Chirimoya”, porque rompieron varias sillas, que como es carpintero se las llevaron arreglar, y la señora las ocupó para que se sentara la gente, sabía que su viejo no era de debates, sino de madrazos.