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RETRATOS HABLADOS

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Los nombres del New York Times

El día de ayer, la portada de The New York Times fue dedicada totalmente a transcribir el nombre de mil víctimas del Covid-19 en territorio estadounidense, cuando se acercan a 100 mil las personas que han perdido la vida por el coronavirus. No hubo fotografías, solo el encabezado: “Las muertes en Estados Unidos se acercan a 100.000, una pérdida incalculable”. Al lado los sumarios: “No eran simples nombres en una lista. Ellos eran nosotros”. Antes, el pasado 10 de mayo, OGlobo de Brasil había lanzado su edición como un memorial virtual, “para que la dimensión humana de la tragedia no se pierda en la frialdad de las estadísticas”.

Sin embargo, en ambos casos no fue solo el nombre, sino esquelas y obituarios que habían sido dedicados en memoria de los difuntos y que se publicaron  en diversos periódicos de la nación carioca y la Unión Americana. Es decir las palabras con que fueron despedidos. Se trata del último recuerdo que todos dejaremos a la hora de partir, y como tal tienen un valor no solo emotivo sino vital para rescatar el recuerdo y la memoria de lo que hoy nos toca vivir.

Lo demás son números que se repiten hora tras hora en los espacios informativos, el conteo que de pronto impide entender que se trata de seres humanos con proyectos, sueños, ilusiones. Las estadísticas nublan la verdadera tragedia que estos dramáticos tiempos han traído a el pueblo, Estado, país en que vivimos. Cada uno de los miles que han muerto es parte nuestra, porque bien lo precisa el Times, al final de cuentas somos nosotros también.

¿Qué obituario o mensaje le gustaría fuera publicado en su memoria?

Le transcribo algunos de los que ayer fueron publicados:

  • Marion Krueger, 85, Kirkland, Wash., “gran abuela con una fácil sonrisa”.
  • Loretta Mendoza Dionisio, 68, Los Ángeles, “sobreviviente del cáncer nacida en Filipinas”.
  • Luis Juárez, 54, Romeoville, 111, “viajero frecuente entre Estados Unidos y México”.
  • Sherman Pittman, 61, Chicago, “dedicó su vida a su iglesia y sus vecinos”.
  • Bassey Offlong, 25, Michigan, “vio a sus amigos en su peor momento, pero sacó lo mejor de sí misma”.
  • Apri Dunn, 33, Bator Rouge, La., “abogada por los derechos de los discapacitados”.
  • Eastern Stewart Jr., 71, Annapolis, Md., “veterano con un regalo para la pacificación”.
  • Freda Ocran, 51, New York City, “enfermera apasionada por los viajes y el conocimiento”.
  • Julián Anguiano-Maya, 51, Chicago, “alma de la fiesta”.
  • Jesús Román Meléndez, 49, New York, “famoso en los círculos familiares por su estofado de carne y birria”.

Si usted observa, se trata simple y llanamente de personas como usted, como yo, como cualquiera que caminamos o conducimos en la calle sin buscar como gran objetivo una esquela tamaño plana en algún periódico. No, simplemente transitar con gusto por la existencia, hasta que un día cualquier la despedida voluntaria o involuntaria nos deje de sorprender, o nos sorprenda.

Pero son nombres reales, no inventos, no parte de una confabulación interplanetaria. Son mujeres y hombres que tampoco tuvieron oportunidad para despedirse.

Descubrimos dos aspectos fundamentales: la única y definitive obligación en la vida es intentar la felicidad, amar con absoluta pasión a las personas que nos aman, crecer en el amor, vivir para el amor.

Y creer, aunque sea una vez, que la tragedia es real cuando mueren tantas personas, de tal modo que cuidarnos es cuidar a quienes tanto amamos.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta