La triple victoria de Tsipras

El día después

  • Logró un triplete: mantenerse al frente del Gobierno, reformar su coalición con la derecha soberanista y deshacerse del ala más antieuropea de su partido

Tsipras ha logrado sobrevivir a siete meses de promesas rotas y de oportunidades perdidas, que culminaron en el corralito de junio y en dos meses de controles de capital que limitan a 60 euros el dinero en metálico que pueden retirar de sus cuentas cada día los ciudadanos.

Apostó y ganó, pero parece una victoria de pesadilla. Quienes le votaron hace ocho meses para acabar con la austeridad lo han reelegido para intensificar esa austeridad dos meses después de rechazarla, tal como les pidió el mismo Alexis Tsipras, en referéndum.

Guión digno de los mejores clásicos griegos. Mucho mejor político que gobernante hasta la fecha.

“Desde mañana -dijo a sus seguidores en el centro de Atenas nada más confirmarse su triunfo- habrá que arremangarse para trabajar duro”.

La misma mayoría de griegos que ha dicho no a las condiciones de los rescates ha vuelto a decir no a quienes proponían romper con la UE, dejar de pagar la deuda y retirarse del euro.

Sin buenos recuerdos de la última gran coalición que gobernó Grecia durante cinco meses, la mayoría ha preferido al Tsipras reconvertido y humillado a otro Gobierno dirigido por Nueva Democracia, responsable principal, con el PASOK, del desastre en que se encuentra hoy el país o al mismo Syriza en brazos de Amanecer Dorado, Unidad Popular o el Partido Comunista.

En Bruselas y en las principales cancillerías occidentales se respira hoy con alivio. La economía griega se hundirá otro 2% este año, el paro ha vuelto a subir del 25%, la falta de liquidez asfixia a las empresas, sobre todo a las de importación, y se avecinan nuevas subidas de impuestos y nuevos recortes de gastos.

El aplazamiento de nuevos pagos de la deuda hasta julio de 2016 es un balón de oxígeno, pero las reformas para recibir los 86.000 millones del nuevo rescate significan más austeridad. Salvo por la sonrisa del vencedor, nadie habría dicho en el cuartel general de Syriza que son horas de celebración.

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