Con polémica, límites y cantos en la ventana

Portugal celebra hoy su día más importante, el 25 de abril, en un contexto de restricciones por la Covid-19 que transforma en una gran paradoja la celebración de la libertad encerrados en casa, con un Parlamento reducido e incluso polémicas inéditas sobre una fecha que solo conocía consenso.

La unión sin fisuras sobre la conmemoración del fin de la dictadura salazarista en 1974, emblemática por la ausencia de violencia y los claveles rojos convertidos en símbolo, es una de las víctimas colaterales del coronavirus, que deja más de 820 muertos y 22 mil infectados en el país.

Cifras muy alejadas de las vistas en otros países europeos, y que han evitado estridencias políticas sobre la gestión de la pandemia. Al final, las críticas en Portugal se han concentrado en la organización de la gran fiesta del pueblo.

El 25 de abril se conmemora tradicionalmente con una sesión solemne en el Parlamento y un gran desfile en Lisboa. Un esquema imposible de repetir en este momento, en que el recogimiento en casa es una recomendación enérgica por parte del Gobierno.

Si los portugueses mantienen este esfuerzo hasta final de abril, podrá conseguirse la “libertad” en mayo, dijo recientemente el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, resumiendo así las esperanzas de las autoridades, que planean una reapertura económica gradual el mes que viene.