Indigentes y mendigos, los olvidados, sin forma de resguardarse.
Luego de que las autoridades sanitarias del país, anunciaran que México está por entrar a la fase tres de la contingencia sanitaria, con lo que se espera un mayor número de contagios del coronavirus covid-19, se ha incrementado el llamado a la sociedad para que permanezcan en casa a fin de evitar la propagación del virus y el incremento del número de las personas contagiadas, sin embargo esto no es posible para aquellos cuyo techo es la sombra de los árboles, el viento de la noche o el pedazo de cielo que pueden ver desde les toca descansar.
Ellos caminan por la ciudad, se pueden ver en parques, mercados, en colonias populares, en algunos parques, hay quienes tienen un lugar dónde siempre están, hay otros que deambulan por la ciudad, no hay edad para ser indigente, se puede ver desde el jovencito que sostiene una estopa mojada con algún solvente en sus manos, hasta el adulto mayor que se encuentra tirado en alguna calle: hay drogadictos, alcohólicos, y también están los que teniendo un patrimonio lo perdieron todo.
Algunos tienen la mirada perdida, otros gritan en las calles, no falta quien les tenga miedo, pero también los que provocan actos de caridad entre la gente, y a los que la población les regala un taco. Los indigentes de Hidalgo, en especial los de Pachuca se convierten con el tiempo en personajes de la ciudad, en las personas que “no cuentan” pero cuyas ausencias se hacen notar, ellos son algunas de las personas que siguen en la calle (no tienen a donde ir ni como resguardarse), hay quienes seguramente no se han dado cuenta del riesgo que han corrido el último mes, y que pasarán una pandemia sin enterarse que son sobrevivientes de un virus que hizo al mundo temblar.
La contingencia sanitaria ha mostrado los rostros de la sociedad, ha probado a cada uno desde sus campos de acción, y así es como hemos podido ver a los mendigos que en verdad necesitan “una caridad”, al igual que los indigentes, se muestran como silueta inconfundibles de la calles y ahora son más evidentes por la ausencia de gente.
Entre las caras que nos ha dejado ver la contingencia, están la de los charlatanes, aquellos que sí tienen dónde llegar, qué comer y forma de resguardarse para proteger sus vidas, ahora la señora que pedía “pesitos” en la central de autobuses que porqué tenía que viajar al Ciudad de México, seguramente ya logró juntar lo del boleto, porque desde que inició la contingencia no se le ha visto más, en cambio a las personas que se han visto en la necesidad de pedir “un apoyo” en las calles, siguen ahí (con sus botes o tacitas) por la necesidad de comer, aunque por dentro el miedo está latente a poder morir por culpa del coronavirus.