“EL AJOLOTE”
En el barrio del “Arbolito”, junto a la mina del Porvenir vivía Juan “El Ajolote”, con su vieja “La Chepa”, todas las tardes cuando salía de la mina, se le veía subir por el callejón, de Reforma en una de las grandes vecindades del “Garbanzo” el peluquero. A Juan le gustaba el pulque de a madres, se sabía que su jefa lo había parido en una tinacal y no salía de la cantina “La Violeta” que se encontraba a la entrada del callejón.
Un día estaba muy borracho, no se podía sostener, las patas se le doblaban, pero era más terco que una mula, era necio y quería seguir chupando. El cantinero no le quería vender y le dijo a sus amigos que fueran a su casa, porque estaban tirados en la puerta de la cantina.
• Ya vete para tu casa Juanito, van a pasar los policías y te van a llevar al bote, ya ves que esos cabrones si no les das una mordida te llevan arrastrando a la barandilla.
“El Ajolote” se encabronó, decía palabras que no se le entendían, en realidad quién sabe qué le dijo.
• No te voy a vender nada, así me mientes la madre, apenas puedes con tu alma, las patas no te aguantan, tienes los ojos al revés y andas con el hocico abierto.
El Cantinero le dijo a su ayudante:
• Ve a llamar a su vieja, que venga por él y le dices que traiga refuerzos, porque se volvió loco.
El ayudante entró corriendo a la vecindad y encontró lavando a la señora y le dijo:
• Señora “Chepa” vaya por su viejo, anda hasta la madre, a todos los que pasan se las mienta, no va a faltar alguno que lo desmadre.
La señora, conociéndolo, se bajó corriendo, llegó a la cantina y le dijo a su borracho viejo:
• ¡Vámonos para la casa, mira nada más cómo estás!
“El Ajolote” hizo gestos, pero la obedeció, al echarle el brazo a su señora y dar el paso, las patas se le doblaron, los dos cayeron al suelo rodando por los escalones, sonando la cabeza de la señora, como calabaza, el cantinero con otros señores se lo quitaron de encima.
• A ver señora déjeme ayudarle, ya lo descalabró. Le escurre sangre por una oreja.
La señora se limpió con la mano y se la embarró, quedó como diablo. Sobándose la cholla, a punto de chillar le dijo:
• ¡Voy por mis suegros, para que se lo lleven cargando!
• Nosotros le ayudamos señora, entre todos lo llevamos como palomita.
Lo cargaron, como estaba muy pesado y pataleaba, para que lo bajaran, lo tumbaron y lo arrastraron, lo metieron a su casa. La señora se los agradeció.
• Muchas gracias señores, no saben cómo se los agradezco.
Lo dejaron en un rincón tirado como perro, encima de un costal, pasaron las horas, solamente se escuchan los ronquidos del “Ajolote” parecía un león encabronado. Doña “Chepa”, le hacía el atole a su hijo, mirando a su viejo, le daba lástima.
• Pobrecito, pero no escarmienta. Me da mucha lástima.
“El Ajolote” por momentos trataba de pararse, hablaba solo, se le doblaban las manos y se daba un calaverazo. La señora trató de subirlo a la cama, lo cargaba haciendo fuerzas, se ponía como camote y se le volvía a caer. Fue a llamar a su suegra doña Ramona y le dijo:
• ¡Señora! Ya no sé qué hacer con su pinche hijo, me dan ganas de largarme para el otro lado, me cae que desde que lo conozco, no se le quita lo borracho. Se me hace que cuando lo hicieron usted y mi suegro estaban borrachos.
• No la chingues, no me dejes con el paquete sola, mejor vamos a buscar la forma de quitarlo del vicio.
• ¿Pero cómo? Solamente cociéndole el hocico y ni así, buscaría la forma de tomar con popote.
• Mañana mismo voy a ver a mi hermana, para que me diga cómo le hizo para quitarle lo borracho a mi cuñado.
• ¿Y mientras que voy hacer? Al rato se levanta y comienza a molestar, se pone como loco, solamente se calma cuando le dan de chupar.
• ¡No le des, castígalo al cabrón!
• Para qué quiere que me agarre a golpes, avienta campanazos a lo loco, no se mide, tira a matar, la otra vez me abrió la ceja de un madrazo.
• ¿Desde qué hora se durmió?
• Como a las cinco de la tarde, son las diez de la noche hay que despertarlo, para que usted le ponga una cajeteada buena. A ver si así entiende.
• Va a estar cabrón, este es como Gabino Barrera andando en la borrachera.Voy por mi marido, no sea que me vaya a desconocer porque en la actualidad los hijos no respetan a sus padres, no me tardo.
La señora llegó acompañada de su viejo Apolinar, otro borracho, no había día en que no anduviera en el agua, por eso a su hijo le pusieron “El Ajolote”, dicen que hijo de tigre pintito… Hijo de negro, negrito hijo de toda… te grito. Don Apolinar dio su opinión:
• Yo diría vieja, que al muchacho, lo dejáramos descansar, pobrecito como que le faltó la caminera, hay que comprarla para que se la tome y se componga.
• ¡Ni madres! Ya pusimos a calentar el café, le vamos a poner un chingo de sal, le abrimos el hocico, se la echamos para que vomite y se le baje la peda, mañana tiene que ir a trabajar.
Lo enderezaron, la mamá del “Ajolote” le hacía el hocico como embudo para que su vieja le echara el café, En un forcejeo les dio el jalón aventando a su señora y a su jefa, que cayeron de nalgas levantando las patas, “El Ajolote” se levantó muy enojado y les preguntó:
• ¿Qué me hacen, qué es lo que quieren?
Le dijo su señora:
• Te vamos a dar un vomitivo para que se te baje la borrachera y estés bien, tienes los ojos de bolsa, mírate al espejo, si de por sí estás feo, ahora pareces chango.
“El Ajolote” se paró encabronado poniéndose en guardia, con el puño cerrado listo para aventar el golpe.
• Esa fue idea tuya pinche vieja, pero me las vas a pagar, ya te tengo apuntada en la lista negra y ni pelos vas a dejar.
• Yo no sé nada, tus papás tomaron la iniciativa, es más, desde hoy vas a dejar de chupar, lo vas a jurar delante de tus hijos y tus padres. Vas a ir a la iglesia y le dices al padrecito que te eche un buen de agua bendita en el hocico para que se te salga todo el pulque que se te quedó y ya no lo vuelvas a tomar.
“El Ajolote” miraba a su vieja con rabia, sabía que ella era el motor de aquella rebelión y les dijo:
• ¡No me tomo nada y háganle como quieran!
Iba derechito a la calle, cuando su jefa lo jaló de las greñas, como todavía andaba atarantado pensó que era su vieja y le dio un madrazo, que la noqueó. Aventó campanazos a lo loco, pegándole uno a su papá, que también lo mandó al suelo, todos trataron de agarrarlo pero era inútil, tenía unas fuerzas endemoniadas, nuevamente comenzó a tirar golpes a lo loco, acabó por dejarlos tirados a todos y se escapó.
Pasaron los días, las semanas, los meses y nadie sabía nada de él, el 12 de octubre del año pasado, se murió de frío en el Jardín Constitución, donde se juntaba con los teporochos, que andaban en el Escuadrón de la Muerte, no alcanzó a chupar en las posadas, pero ha de estar con los diablos echando cruzadas.