México frente al Covid-19

El Ágora

A pesar de que desde hace meses tuvimos noticias de la expansión del Covid-19 en otras latitudes del planeta, es difícil no sentir que la realidad en México cambió súbitamente, apenas unos días atrás, cuando empezamos a tener confirmación de pacientes contagiados del virus en distintas ciudades del país. 
Desde una visión centrada en lo socio-cultural, creo que hay cosas que debemos poner sobre la mesa, reflexiones profundas acerca de qué es lo que tendríamos que cambiar o mejorar hoy en el aspecto colectivo, para que una vez que hayamos superado la crisis del coronavirus, que lo haremos, obtengamos además un aprendizaje que nos lleve a transformar el tipo de sociedad que somos. En ese sentido, deseo de todo corazón que durante esta pandemia, los mexicanos combatamos la ignorancia, la imprudencia y la indolencia.
Combatir la ignorancia para que sepamos reconocer la gravedad de la situación, para que evitemos caer en noticias falsas y entendamos que la participación preventiva de todas y todos es medular para contrarrestar el avance del virus. Poco más de una década después de la influenza (AH1N1), nos encontramos tecnológicamente más conectados que nunca. Esto tiene beneficios, claro, pero también puede convertirse en una forma de acrecentar el pánico y la mentira sino manejamos la información adecuadamente. Seamos cuidadosos con lo que difundimos y replicamos.
Combatir la imprudencia, para que comprendamos que las medidas de prevención no son un juego. He escuchado decir que lavarse las manos adecuadamente y el distanciamiento social son capitales. Entonces, para quien por la naturaleza de sus actividades le sea posible guardar cuarentena total o salir a la calle solamente para lo indispensable, hágalo. Pero claro, aquí debemos ser empáticos y tener conciencia de clase, pues no todas las personas pueden darse el lujo de permanecer indefinidamente dentro de casa, quizás ni siquiera por un solo día, pues necesitan salir a trabajar para buscar su subsistencia y la de sus familias; así como también hay personas que en razón de sus encargos y responsabilidades profesionales, no pueden desatender las actividades presenciales en sus centros de trabajo.
Por tanto, no romanticemos la cuarententa, ni veamos con desprecio a quienes, por sus exigencias laborales o necesidad económica no puedan quedarse en casa. Y sobretodo, apartémonos del individualismo que caracteriza a nuestras dinámicas sociales capitalistas. No nos comportemos como seres egoístas y superficiales. No hagamos compras de pánico, no abusemos de nuestros medios en perjuicio de los demás. Recordemos que nada triunfa sino es en lo común, en lo social.
Por otro lado, estoy convencido de que la mejor forma de contrarrestar el miedo en una situación como ésta es poner en práctica la solidaridad. Y para ello, cuando queremos, los mexicanos podemos ser muy buenos. Basta recordar la respuesta que solemos tener ante los terremotos y toda clase de desastres naturales.
Y, finalmente, combatamos la indolencia para aprender a ser disciplinados y cuidadosos. ¡Caray, cómo nos hace falta eso! Sigamos los consejos de las autoridades federales y estatales. Respetemos también la labor de médicos, enfermeros y de toda la gente que pone en riesgo su vida para salvar la de otros. Seamos conscientes.
He leído que la comunidad científica empieza ya a detectar los medicamentos que podrían servir como cura contra el Covid-19. Ojalá se aterrice, pero mientras tanto, a cuidarse y a cuidarnos entre todos.

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