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POR EL DERECHO A EXISTIR
Desde el dolor y el silencio, desde la resistencia y la esperanza, miles de mujeres han alzado su voz pidiendo reconocimiento, comprensión y empatía
En la amplia travesía de la historia, las mujeres han luchado incansablemente para ser vistas y tratadas como seres humanos plenos, con igualdad de derechos y libertades. Y, en medio de esta lucha, ha emergido una demanda fundamental: el reconocimiento del derecho inalienable de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos.
La sociedad actual ha avanzado en múltiples ámbitos, pero todavía nos encontramos con ecos de tiempos pasados que resuenan en las estadísticas y en las vidas de miles. En el estado de Hidalgo, los números nos cuentan una historia preocupante. Los embarazos en adolescentes son una realidad que afecta a nuestras jóvenes, con cifras que alertan sobre una realidad que clama por atención. ¿Cómo es posible que en una era de información y tecnología, todavía estemos confrontando semejante panorama?
Pero la realidad se torna aún más cruda y dolorosa cuando consideramos las situaciones que subyacen a muchos de estos embarazos. Las violaciones sexuales y la violencia familiar son problemáticas que persisten y que siguen dejando cicatrices profundas en las almas y cuerpos de las niñas, adolescentes y mujeres adultas. Estas no son solo cifras frías en un papel; son vidas, son historias, son sueños truncados y esperanzas desgarradas.
Desde el dolor y el silencio, desde la resistencia y la esperanza, miles de mujeres han alzado su voz pidiendo reconocimiento, comprensión y empatía. ¿Qué sociedad somos si no escuchamos estos gritos? ¿Qué nos hace humanidad si decidimos dar la espalda a sus historias?
La criminalización de las mujeres que deciden no ser madres ya sea por circunstancias derivadas de la violencia, la falta de acceso a educación sexual adecuada, o simplemente por una decisión personal, refleja una mentalidad obsoleta que perpetúa estructuras patriarcales de control y poder. Decidir sobre la maternidad debe ser una elección, no una condena.
Hagamos un llamado a todas las personas, independientemente de su género, a unirse en una lucha común. Una lucha que no se trata simplemente de permitir la decisión sobre la maternidad, sino que se enmarca en un contexto más amplio: el reconocimiento de la mujer como un ser autónomo, con deseos, sueños y aspiraciones propias.
No más estigmas. No más criminalización. No más silencios forzados. Las mujeres, desde tiempos en toda la historia han demostrado una fortaleza y resiliencia sin comparación. Honremos esa fuerza al brindarles el espacio, la voz y la libertad que merecen.
Reconozcamos, comprendamos y apoyemos la decisión de cada mujer sobre su cuerpo y su vida. En una sociedad que busca la justicia, la igualdad y la libertad, ninguna mujer debería sentirse sola, juzgada o reprimida por tomar decisiones sobre su propio cuerpo.
Que esta columna no sea simplemente un conjunto de palabras en el vacío. Que sea un llamado a la acción, a la reflexión y a la solidaridad. Con empatía y entendimiento, podemos construir una sociedad más justa y comprensiva. Por las mujeres de ayer, de hoy y de mañana: su lucha es nuestra lucha, por el derecho de existir.