253 mil millones marcan éxito de vista de Donald Trump a China

Las tensiones entre China y los Estados Unidos parecen haber quedado en el pasado, después de que el presidente de China, Xi Jinping, recibiera el miércoles pasado como un emperador al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Ha sido más que un recibimiento del Jefe de Estado el brindado por el presidente Xi a su homólogo estadounidense, no sólo estuvo en el aeropuerto de Pekín para recibirlo y hacer el pase de la guardia de honor, sino que cientos de niños ondeando banderas estadounidenses por su paso y fue invitado al salón de los tesoros de la ciudad prohibida a tomar el té, donde el propio Xi fue su guía, en la antigua residencia de la corte imperial, antes de acudir a la ópera y a una cena en su honor.

El presidente Xi Jinping, fortalecido en el reciente XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCH), ha querido mostrarle al presidente Trump la fuerza de su poder, después que lo visitara hace 7 meses en la Florida; pero sobre todo, ha querido cautivarlo y saciar su ego del presidente y su esposa. Aunque los medios señalan que los esfuerzos de los presidentes Donald Trump y Xi Jinping han progresado muy poco en el tema de Corea del Norte o en el del comercio, seguramente la relación entre los dos países podría mejorar después de este último encuentro.

China y los Estados Unidos anunciaron un “paquete de regalo de fin de año”, con un valor sin precedentes de un cuarto de billón de dólares en negocios, en el marco de sus conversaciones de ayer jueves. Pese a ello, no fueron capaces de cubrir sus diferencias en cuestiones clave sobre el acceso a los mercados de China y la ciberseguridad, los temas de Corea del Norte y del Mar del Sur de China, donde la armada china ha construido bases navales artificiales; pero pese a ello, los presidentes Donald Trump y Xi Jinping, se mostraron satisfechos y muy unidos, dispuestos a encontrar una solución negociada al tema de Corea del Norte y a apoyar la visita del primer ministro de Corea del Sur a la otra Corea.

Después de 1982, cuando los dos países restablecieron relaciones diplomáticas y China inició el camino del desarrollo capitalista para convertirse en el eje del capitalismo, después de prácticamente cuatro décadas de relaciones,se efectuaron prolongadas reuniones en el Gran Salón del Pueblo, donde los medios reseñan que los presidentes Trump y Xi se elogiaron mutuamente, en una presentación conjunta ante los medios, donde no ocultaron su satisfacción por este nuevo encuentro.

Su presencia ante los medios fue para anunciar la firma de aproximadamente 253 mil millones de dólares en acuerdos comerciales, entre empresas estadounidenses y chinas, para productos que incluyen 300 aviones Boeing, piezas de automóviles, gas natural licuado y carne de res. Pero entre todos esos acuerdos, 15 de ellos, como la venta de aviones, hicieron que la visita del presidente estadounidense a China sea una de las más fructíferas para las empresas chinas y estadounidenses, en términos del valor de los acuerdos alcanzados, según los analistas.

Sin embargo, y quizá porque es la propia naturaleza del presidente Trump y la falta de modales diplomáticos, en la reunión arremetió contra la relación comercial unilateral e injusta, según él, entre los dos países y señaló que China debe abordar inmediatamente las prácticas comerciales desleales que impulsa y revertir el gran déficit comercial de Estados Unidos, levantando las barreras al acceso a sus mercado, evitando transferencias de tecnología y robo de propiedad intelectual.

El déficit comercial de los Estados Unidos con China es de más de 347 mil millones de dólares en 2016 y representa la mitad del déficit comercial total estadounidense, algo que se podría solucionar con inversiones de China en el territorio de los Estados Unidos, apoyadas por sus gigantescas reservas en divisas que continúan siendo las más grande del planeta, de más de 3 billones de dólares.

Sin embargo, para no enturbiar las buenas relaciones con el presidente Xi, el presidente Trump dejó claro que, fueron sus predecesores, y no China, quienes propiciaron el desequilibrio comercial actual entre las dos economías, y elogió repetidamente al presidente Xi por su trabajo, diciendo que él es un hombre muy especial; pues al final del día, dio el presidente estadounidense: “Después de todo, ¿quién puede culpar a un país por poder aprovechar otro país en beneficio de sus ciudadanos?”.

El presidente Xi, manifestó que en efecto, hay algunas fricciones entre los dos países, pero sobre la base de la cooperación, el beneficio mutuo y la competencia leal, “esperamos que podamos resolver todos esos asuntos de una manera franca y consultiva”, precisó el presidente chino, mostrando que no desea otra cosa con los Estados Unidos sino la cooperación entre las dos potencias; argumentando que se ha propuesto hacer que la economía china sea cada vez más abierta y transparente para las empresas extranjeras, incluidas las de los Estados Unidos, y dio la bienvenida a la participación de los Estados Unidos en su ambiciosa iniciativa de comercio e infraestructura “Belt and Road Initiative”.

El presidente Donald Trump, como lo ha hecho con México, convirtió a China en el chivo expiatorio de todas las dificultades económicas de los Estados Unidos, acusándolo de robo empleos estadounidenses o de manipular su moneda para promover sus exportaciones baratas; pero ahora deberá modificar su discurso y conversar más con el presidente Xi para buscar el éxito en su política internacional y las reformas económicas, antes que buscar la confrontación.

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