2020: Consolidación de la confianza ciudadana

   CONCIENCIA CIUDADANA
  

Este nuevo año 2020, es con mucho y por muchas razones, un acontecimiento raramente feliz entre los pocos momentos felices de nuestra historia nacional al que, sin embargo, siguiendo nuestra inveterada costumbre, muchos desean pintarlo con lúgubres tonalidades. 
   Que las cosas no son totalmente como quisiéramos es cierto; pero nunca fueron mejor, o al menos no en los últimos treinta o cuarenta años, en los que México se hundió en una espiral sin fondo que transformó la vida pública en un escenario cada vez más oscuro al que pocos le veían una salida exitosa. Sí hubo quienes lo entendieron, pero su voz sonaba tan desentonada con el coro de pleitesías que sus ideas y palabras eran rechazadas calificándolas de absurdas, inaplicables y contrarias a la marcha general del desarrollo mundial.
   Sin embargo, nuestra tradicional negatividad y apatía fue cambiando conforme nos adentrábamos al fondo del desastre nacional, hasta llegar el momento en que la gente comenzó a voltear cada vez más hacia quien, como el Tonto de la Colina, no hacía sino repetir constantemente su mensaje sin importar si los vientos soplaran a su favor o en su contra. 
   Finalmente, sus palabras convencieron hasta a los más reacios a la aventura de cambio social que se había propuesto desde hacía tiempo; y sucedió entonces lo desconcertante: los otrora escépticos, desconfiados, eternos perdedores por default, permanentemente menospreciados dieron la sorpresa y hoy, tras poco más de un año de llevarlo al máximo poder nacional con el poder de su voto, pueden ver que su decisión fue la correcta, que lo prometido por el  hombre que no perdió la confianza en sí mismo se ha venido cumpliendo en gran parte;  que las cuentas salen bien, que no se roba ni se mata por consigna de estado, que se atiende a los mexicanos más olvidados viejos, niños, madres solteras e indígenas que la dignidad nacional vuelve a tomar el centro de la política nacional e internacional.
  Sin embargo, lo importante de todo ello fue que, más allá de los beneficios obtenidos -que resultaría hasta lógico esperar de cualquier gobierno electo democráticamente-, llama la atención  el profundo cambio que está viviendo la conciencia colectiva quien, por primera vez en su historia, comienza a caer en la cuenta del poder político de sus acciones, aunque no se hayan tocado aún  todos los diques que detienen los cambios que demanda la nación y no porque el nuevo orden se oponga a ello, sino porque apenas se van dando los primeros pasos para abrir las oxidadas compuertas que lo impiden.
Por eso, en cuanto uno de los obstáculos es eliminado, la  sociedad cobra mayor confianza en sí misma, al percibir que, pese a que las viejas estructuras tienen todavía la capacidad suficiente para hacerse temer; ya no cuentan, sin embargo, con el poder omnímodo de antaño para hacerse respetar. Ver caer a Carlos Romero Deschamps, Rosario Robles o un Genaro García Luna provoca escándalo mediático; pero ante todo, impulsa a la sociedad a exigir mayores acciones contra la corrupción y  en favor del orden social democrático.
Cosas han de verse en 2020 que, sin lugar a dudas, quedarán escritas con letras de oro en las gestas nacionales. Se avecinan, por ejemplo, elecciones sindicales de importancia decisiva en diversas organizaciones; las que ahora, aun en contra de lo que sus amañados estatutos y contratos establecen estarán obligadas a ajustarse al nuevo orden constitucional basado en elecciones universales, secretas, directas y democráticas; que en los hechos implica el fin de los famosos congresos donde mediatizados delegados terminaban negociando en lo oscurito el reparto del poder de las organizaciones de trabajadores. Si las bases saben organizarse y legitimar sus luchas, es posible que estemos en el umbral de una nueva época del sindicalismo mexicano.
 Elecciones municipales y estatales son otro campo donde los partidarios de la Cuarta Transformación tendrá la oportunidad de experimentar un salto cuántico en su conciencia ciudadana. Aún los analistas más oficialistas pronostican una derrota aplastante de los partidos conservadores y el ascenso imparable de los liberales o de izquierda. En realidad son Morena y PT, quienes –si actúan congruentemente con su historia y sus principios- terminarán ocupando los espacios del poder en los estados con elecciones este año. Pero deberán ser cautos: aunque derrotada, la clase política del Viejo Régimen, fiel a su genética, intenta ya apoderarse de dichas estructuras  con el propósito de colarse a las ansiadas candidaturas para, con el voto democrático,  mantenerse en el poder político. Se trata de la vieja estrategia iturbidista con la que los realistas criollos, al convencerse de las ventajas de la independencia; saltaron del barco realista al insurgente a fin de mantener sus privilegios. Esos conservadores, nunca cambiarán.
   En fin, creemos que la sociedad mexicana avanza con pasos agigantados y en poco, éste tiempo de cambio, donde “lo que viene todavía no acaba de nacer y lo que muere todavía no alcanza a morir” dará lugar a un panorama inédito y, sin lugar a dudas –creemos-, apasionante y esperanzador. Felicitémonos por haber alcanzado a vivirlo. Un abrazo afectuoso y el deseo de un feliz año nuevo para nuestros queridos y discretos lectores.
¡Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS!

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