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2016 AÑO TRÁGICO EN LA FIESTA BRAVA

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Estimados Amigos, con el gusto de saludarlos a través de este espacio de Plaza Juárez, deseando hayan pasado una Navidad llena paz y amor. Termina 2016, año marcado por la tragedia en la Fiesta Brava con el deceso de tres Toreros, manteniendo vigente la omnipresencia de la muerte en las Plazas de Toros, pero sobre todo la verdad en el toreo, esa puesta en escena en la que la muerte de los actores es real.

Así el día primero de mayo, actuando en una corrida mixta en la Plaza de Toros de Ciudad Lerdo, Durango, Rodolfo Rodríguez González “El Pana”, que alternaba con el novillero Jesús Sotomayor en la lidia de astados de Guanamé, fue arrollado por el tercero de la tarde, segundo de su lote, de nombre “Pan Francés”, resultando con una severa lesión de vértebras cervicales que el jueves 2 de junio, a las 17:45 horas, le provocó finalmente la muerte en la Ciudad de Guadalajara, a donde había sido trasladado para su atención.

De esta forma terminó la vida de un torero emblemático de la antigua escuela del toreo, aquella que enseñaba a los aspirantes a figuras los rudimentos del Arte de Cuchares en la práctica, toreando astados cebúes, criollos, media casta y alguna ocasión de casta aunque toreados, aprendizaje que llevaba a los valientes, y algunos no tanto, de pueblo en pueblo, buscando en las ferias patronales la manera de pegar algunos capotazos, con la muerte de Rodolfo Rodríguez González se cerró la historia de “El Pana”, un torero diferente, heterodoxo, fiel a su destino y que debió haber muerto el día uno de mayo en la arena del ruedo de Ciudad Lerdo.

No lográbamos superar la agonía de de nuestro estimado “Pana”, cuando una nueva tarde trágica se registró el día 17 de mayo con la cornada mortal que sufrió el novillero peruano Renatto Motta, lesionado por un toro en la plaza de Malco, Ayacucho, al sur de la República de Perú, en un festejo mixto el que estaba anunciado con su maestro y mentor el matador español Emilio Serna, el colombiano Gustavo Zúñiga y el peruano César Bazán “El Yeta”. Durante la faena de muleta el novillero fue desarmado por el astado y al buscar el refugio de un

burladero salió perseguido por el burel que lo alcanzó al entrar al burladero infiriéndole una cornada en la parte superior de la pierna que seccionó la arteria femoral y la vena safena provocando una espantosa hemorragia. Tras el cornadón y al no contar el coso con enfermería debió ser trasladado a Nazca, a más de dos horas de viaje, falleciendo en el trayecto. Renatto Motta Del Solar, originario de Lima, Perú, contaba con 18 años de edad, a su fallecimiento.

Finalmente la tarde del sábado, 9 de julio, quedó sin vida en la arena de la Plaza de Toros de Teruel el Matador de Toros segoviano Víctor Barrio: cuando las asistencia auxiliaron al diestro, sin duda, ya había dejado de existir, al ser trasladado a la enfermería del coso los intentos de los médicos por reanimarlo fueron inútiles, el joven torero entró muerto a los servicios médicos.

Víctor Barrio, un torero de los llamados “modestos” aquellos que no llegan a la mitad del escalafón taurino, el mortal festejo de Teruel era el tercero de la temporada que toreaba este 2016; esa tarde partió plaza al lado de Curro Díaz y Morenito de Aranda para lidiar un lote compuesto por ejemplares de Ana Romero y Los Maños, a Barrio correspondió en primer lugar, tercero de la lidia, un toro de “Los Maños” de pinta burraco, con 529 kilos de preso llamado “Lorenzo”, el torero pasaba de muleta al burel de manera aceptable, cuando inició una nueva tanda por el lado izquierdo el viento descubrió al diestro prendiéndolo el toro por la entrepierna lo lanzó a los aires, ya en la arena el astado, con el celo y la raza que caracteriza a los toros bravos, hizo por el matador metiendo el pitón por el costado derecho debajo del brazo e infiriéndole una terrible cornada que le partió el pulmón derecho y la aorta torácica provocándole la muerte en la misma arena del redondel.

Dramática y real es sin duda la Fiesta Brava, en cualquiera de sus expresiones, ya sea toreando a pie, a caballo, pegando los forcados o corriendo los aficionados toros bravos, es una de las pocas actividades humanas que lleva inherente -con toda la crudeza- el riesgo de perder de la vida. La posibilidad de perder la vida en un ruedo es un riesgo que sin duda todos aquellos que participan de la más bella de todas las fiestas asumen con todas sus consecuencias, quienes se enfrentan a reses bravas, por afición y vocación, saben que si su destino está en perder la vida ante un toro no habrá poder humano que lo impida y al final del día, si esto ocurre, la perderán haciendo lo que más les apasiona, lidiando toros bravos.

Si, este año fue de tragedia en la Fiesta Brava.

Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO si Dios lo permite.