100 AÑOS DEL INCENDIO DE LA MINA EL BORDO  

 

El libro El Incendio de la minarelata el incidente en ocho partes precisas

A 100 años de la catástrofe de la mina El Bordo, situada en la ciudad de Pachuca, el 10 de marzo de 1920 es necesario empezar a rescatar y recobrar la memoria de las garras del olvido, y solo se puede hacer de la manos de Yuri Herrera, tal como el poeta Virgilio fue el guía para caminar en el infierno de Dante para conocer lo que realmente sucedió y como el sistema prevaleciente, empresarios y autoridades enterró a 87 mineros y también cerraron, desde ese momento, la posibilidad de que generaciones enteras conocieran la verdad.

Yuri Herrera en su libro El incendio de la mina El Bordo (editorial Periférica, 2018), por primera vez no recurre a la ficción, género en el cual ha mostrado su maestría en las tres novelas y libros de cuentos traducidos en varios idiomas, recurre a una investigación minuciosa, tal como una cirugía mayor para desempolvar los hechos y los datos duros; utiliza su enorme capacidad de visión de los roles que jugaron quienes intervinieron y pone a todos en su justa responsabilidad.

El libro El Incendio de la mina relata en ocho partes precisas desde el inicio del fuego, la respuesta de los encargados de la mina, las reacciones de los familiares principalmente esposas e hijos, el cómo se fue elaborando una decisión judicial ad hoc con el momento para exculpar a los propietarios de la compañía Santa Gertrudis, de capital norteamericano, como se construyó la fosa común para no inquietar a los habitantes de la ciudad, y las secuelas de los días posteriores, que fueron semanas, meses y años, edades ciegas, como una gran lapida imposible de quitar.

La parte definitoria del relato es la decisión de los gerentes de la mina de cerrar el tiro, apenas unas horas después de iniciado el incendio, después de que fueron saliendo alrededor de 300 trabajadores se decidió sellar los tiros y túneles principales, cuando seguían saliendo mineros y cuando no tenían la lista completa del total de trabajadores. Yuri Herrera devela que fueron más importante los costos económicos que salvar la vida humana. Los mineros en su mayoría peones eran de la parte más baja de la escala social, no sabían leer ni escribir y en su mayoría eran indígenas.

A partir de ese momento, las versiones y declaraciones fueron generando una narrativa donde no hay responsables, donde todo está prefigurado para sepultar la verdad y las responsabilidades. A los empresarios y gerentes de la mina se suman los médicos, que eran de la compañía, y quienes firmaron la declaratoria de muerte a los que quedaron sepultados; a los reporteros de diarios nacionales Excélsior y El Universal quienes contribuyeron a ocultar los hechos y deslizar inclusive la responsabilidad del incendio a los trabajadores; al juez de distrito y al alcalde de la ciudad quienes abonaron a la complicidad.

Otra parte definitoria fue la elaboración del “informe judicial” solicitado por la Suprema Corte de Justicia que dio la puntilla toda posibilidad del derecho a saber. El juez de distrito ordenó a los gerentes norteamericanos que se “limpiara” la mina porque iba a llegar el perito encargado de realizar el informe de las causas y sucesos. Los gerentes lo lograron. “limpiaron el desastre”; el perito ingeniero en minas encontró que todo funcionaba correctamente, “todo estaba en perfecto orden”. A partir de este informe la Corte de Justicia ordenó cerrar la causa judicial y se selló la completa impunidad dado que no hubo responsabilidad para la empresa.

El relato de Yuri Herrera puede encuadrarse en los nuevos enfoques de las ciencias sociales y humanidades que apuestan por los actores cotidianos, las personas de a pie, por resaltar las nuevas subjetividades sociales que se encargan de dar voz a los sin voz, de rescatar la memoria, de luchar contra el ocultamiento y las narrativas del poder y dar nuevos significados a los silencios y ausencias; ya que “El silencio no es la ausencia de historia, es una historia oculta bajo una forma que es necesario descifrar”.

Es todo lo que hace Herrera. Apuesta por ver las dos narrativas, el “informe Judicial” que sintetiza la posición del poder existente y la posición de los trabajadores. Observa con gran agudeza los significados de “donar” un quiosco en un parque por la Comunidad Americana pero nunca hay una mención a los 87 trabajadores sepultados. A 100 años de la tragedia es importante rescatar la memoria histórica de la ciudad y reivindicar a los trabajadores muertos carbonizados, para que se construyan garantías de no repetición. Solo así podemos comprender las movilizaciones de trabajadores en épocas posteriores.

 

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