Mijkailutl desde antes que De Garay, el Conquistador, descubriera Huejutla en 1541
Data de 1870 la lápida más antigua del panteón, de un Emanuel Santander Lara
HUEJUTLA DE REYES, Hgo.-La primera lápida de que se tiene memoria en el Panteón Municipal de Huejutla es de 1870, y pertenece a un Emanuel Santander Lara que habría sido enterrado el mes de septiembre de ese año. No era un niño hasta donde se puede apreciar y entender en la pocas letras que se conservan legibles, pero debió haber sido alguien importante para ganar uno de los primeros lugares del campo santo justo a la entrada, solo después de la capilla donde ofició misa por años y años el Padre Chabelo, quien hizo de su hogar esa morada lúgubre donde solo un coro de perros lo acompañaba día y noche. A la fecha nadie da razón del que siempre supusieron era un sacerdote que había perdido la cordura y decidió instalarse donde van a parar los muertos.
En temporada del Mijkailutl, cuando la danza de los Coles se atraviesa por todas las calles con sus disfrazados con ropa vieja, máscara de madera y siempre hombres que hacen de mujeres para engañar a la difunta que se toma un descanso y acompañarlos, los difuntos niños son celebrados el 1 de noviembre igual que en el resto del país, pero con una inocencia absoluta que tanta falta hace en estos tiempos de luto en toda la nación.
Huejutla, la población descubierta en 1541 por el conquistador español Francisco De Garay, ayer siguió el festejo más importante de todo el año con un evento que saturó el centro de la ciudad de autos fundamentalmente, de taxistas desesperados por no saber a ciencia cierta por dónde encontrar el destino del pasajero en la misma condición de casi histeria ante el cierre de todos los accesos al lugar único, donde el turista busca encontrar en plan de antropólogo, la raíz única y real del Xantolo.
Hoy, es decir ayer porque el texto que usted lee se escribe el día viernes, se corrige, se esquema y se diseña un día antes de su aparición, el panteón estuvo transitable. Mañana, es decir hoy, será otro, con visitantes que comen junto a sus difuntos, cantan, toman aguardiente, Jobo, lo que se pueda, porque el asunto es que la vida prestada por un solo día es tan real que nunca está de más compartir el pan y el vino, fundamentalmente el vino que ayuda a que los cráneos vacíos recuperen la memoria.
Preparación también para el fin de año, noviembre ya ingresado en el calendario, convoca a los disfrazados que pueden ser los muertitos, para engañar a la muerte, la mismísima muerte que baila con ellos, que los corretea por las calles, que no se da cuenta que le ven la cara huesuda con todo y que ella en persona les dio permiso de salir al mundo que habitaron, donde amaron, donde sufrieron, donde todo fue posible antes que partieran.
Ayer ya entrada la noche, lo cierto es que nos guste o no, como pocos años el Xantolo huasteca ha adquirido de pronto una proyección no sólo nacional sino internacional, y el gigantesco escenario montado en la plaza principal puede ser la prueba primera y necesaria, para que el invitado interesado se dé a la tarea de indagar donde de edad llegan los muertos, los niños muertos, los jóvenes, los ancianos, los y las ahora se dice, porque morirse no es cuestión de género ni nada por el estilo. Bien dijo mi tío Ezequiel, y siempre lo cito por estas fechas: “el único consuelo que me queda, es que todos nos vamos a morir¨, decía en esos gloriosos tiempos del saqueo Salinista en el país.
Esos tiempos que, cómo estarán las cosas, que algunos ya hasta extrañan con todo y lo que representaban y representan a los Salinas y secuaces.