ESPEJOS DE LA REALIDAD
Ya me había pasado antes. El dolor venía y se iba: tres veces al día, a veces más, como si tuviera un horario propio. Pero al cuarto día desaparecía. Siempre desaparecía. Por eso esta vez no me alarmé. Pensé que sería igual. Hasta que una mañana no pude abrir la boca. La mandíbula amaneció tensa, cerrada desde adentro. Me costaba tragar saliva. Comer era imposible. Algo estaba mal.
Fui a hacerme una radiografía. Tenía otra del 2022, así que las comparé. Se veían iguales. Ningún cambio evidente. Pero dolía. Después de una semana de antibiótico, fui al maxilofacial. Me revisó mientras me contaba sobre su hijo, un niño de 10 años, prodigio del ajedrez. Dijo que había que sacar la muela izquierda.
Faltan tres. Eso será después. Yo solo asentí. Le pregunté —más por hacer tiempo que por curiosidad—: “¿Para qué sirven las muelas del juicio?” Me dijo: “Para nada. Solo dan problemas”.
Y ya. Diez minutos después tenía la muela envuelta en una gasa. Pensé que dolería más. Me preparé para el trauma físico de perder una parte del cuerpo. Pero no. Fue un jalón seco. Lógico. Casi decepcionante.
Dormí mucho ese día. El cuerpo se detuvo. Soñé raro. Cuando ceno pesado o estoy nerviosa, me pasa: se me sube el muerto. Me despierto sin poder moverme. Escucho pasos. Gente entrando. Nadie me ayuda a salir. Estoy sola, atrapada en mi cuerpo, hasta que un jalón me despierta.
Faltan tres. Pero eso será después. Me he portado bien, he vivido de avena líquida y purés. Aunque siento que ya podría hacer vida normal, no lo hago. Me trato con cuidado. Hay algo en ese hueco, el que dejó la muela, que me pide espacio. Aunque no sangre. Aunque ya no duela.
He pensado en todas las veces que uno guarda cosas rotas: dientes de leche, cartas viejas, boletos de camión. Como si guardar el objeto nos ayudara a sostener el pasado un poco más. Esta vez también guardé la muela. Envuelta en su gasa, me pareció más piedra que hueso.
Me cuido. No mastico de ese lado. No corro. No me agacho. Camino lento, porque una parte de mí aún está desacomodada y como dijo el doctor, cualquier movimiento brusco puede soltar algo más. Quizá no la muela, pero sí otra cosa.
Faltan tres. Eso será después. Por ahora, me quedo con este hueco.