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lunes, diciembre 1, 2025

El regreso

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RETRATOS HABLADOS

La reaparición del ex presidente, Andrés Manuel López Obrador, para hablar de un libro que según dijo, escribió en un año y meses que duró su auto impuesto ostracismo en la finca que tiene en Palenque, marca un punto de inflexión en la política mexicana, porque aun cuando sentenció que solo regresará a la vida pública activa si se dan tres condiciones, o emergencias, es evidente que ya lo hizo. 

Más allá de todas las interpretaciones que para estos momentos ha generado, salir del silencio público, hace ver a un personaje vigente en todo el sentido de la palabra, pero sobre todo, poderoso.

Si este retorno con un discurso al que nos tuvo acostumbrados a lo largo de su sexenio, que garantiza una división irreconciliable de la sociedad mexicana, es acertado o no, por obligación estaríamos ante una emergencia que puede poner en riesgo su paso a la historia igual al difunto ex presidente uruguayo, José Múgica, que cumplió a cabalidad su compromiso de no volver a tener injerencia en el asunto político, aunque de manera indirecta sí lo tuvo.

Personajes de este calado no se van nunca del todo, pero saben cumplir las reglas no escritas, simplemente porque, lo contrario, sería arriesgarse a ser ligados con una obsesión por el poder, cuando su ingreso a la historia ya es un hecho, tal vez con sus claroscuros, pero con un balance a su favor, más positivo que negativo.

Sin embargo, ha decidido que su presencia física es vital para el movimiento que puso en marcha, y que le corresponde a él y solo a él, luchar contra los enemigos de siempre, los del neoliberalismo, junto con los medios de información que, según dijo, hacen todo, menos informar, con todo y que su servicio de internet solo le permitió actualizar portales y redes cada dos días en un teléfono al que le compra saldo en la tienda de conveniencia de la esquina.

AMLO es un personaje único de los últimos tiempos, se esté o no de acuerdo con todo lo que hizo y hace, acostumbrado a todo tipo de riesgos en su carrera, que finalmente lo llevaron a la presidencia de la República. Hoy pareciera que pretende emprender una nueva odisea, pero el hecho es que él ya consiguió lo que quería y más allá de la silla presidencial, instauró un nuevo sistema de poder.

Pero intentar convertirse en lo que siempre detestó, es decir el que maneja todo tras bastidores, podría convertirse en un irremediable camino al despeñadero para su imagen, aun intacta entre los millones de seguidores que evidentemente sí tiene, y quedar colocado al lado de simples personajes siniestros llenos de ambición.

Lo que hizo está ahí, a merced del veredicto de la historia. Y ahí debe quedarse, por el bien de su legado, cualquiera que haya sido, pero que otorga esperanza a sectores marginados y pobres del país, que lo tienen en su memoria, como el hombre que venció a todo un sistema.

Porque ni ahora ni nunca, la polarización que usó como camino libre a conseguir sus logros, puede mantenerse en el discurso o en los análisis de un sexenio que fue, pero que ya no debe ser. Los tiempos de reconciliación tienen que llegar a un país tan dividido, tan de plano peleado hasta en sus entrañas.

Si el título del libro, “Grandeza”, es algo que nos permita abrigar esperanzas del futuro inmediato que viene, roguemos porque esa intención de grandeza, se haga parte de todos los políticos que hoy detentan el poder en el país, porque las peleas a muerte terminen y prevalezca el verdadero sentido por el interés común, el de todos los mexicanos.

Parece un sueño inocente, pero todavía hay tiempo para lograrlo si por fin termina esta guerra fratricida.

Mil gracias, hasta mañana.

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