PEDAZOS DE VIDA
Hay un lugar que no existe pero que es real, pero no real como todos conciben la realidad cuya comprobación se limita a una existencia compartida, sino un lugar en el que al llegar todo es posible, y como todo es posible se puede salir de las manos, puede dar vida criaturas nunca antes vistas, puede materializar los monstruos más temidos pero también puede hacer realidad los anhelos que tanto se guardan en el pecho.
Ahí el tiempo no existe, es relativo, puedes entrar algunos minutos y creer que han sido horas, o al contrario pueden ser horas y creer que fueron un par de minutos. Ahí una vez se me ocurrió emprender el vuelo, entonces, como en las películas orientales, comencé a correr para agarrar vuelo, y poco a poco comencé a caminar sobre el aire en diagonal, una vez que agarré altura bajé la velocidad y seguí corriendo a medida que sentía que bajaba de más.
Aquella ocasión me quedé atrapado en la punta de un poste, entre el lugar menos indicado para agarrar vuelo y seguir caminando en el aire y el miedo a no poder volar y desplomarse en el suelo.
En otra ocasión, en el jardín, me encontré con mi abuela, hablamos de algunas cosas y luego el alba nos separó no sin antes sentir el cálido abrazo con el que se despedía siempre.
Hay un lugar que no existe pero es real, que te hace sentir el temor de caer en un precipicio, o en el que hay serpientes y animales que te pueden atacar, es un lugar en el que puedes embarrarte de mierda y también ser mordido por una perra; hay un lugar que tiene todos los colores pero que también se conforma con escalas de grises.
Algunos creen que así es la muerte, otros esperan que así sea, hay quienes disfrutan de este lugar y también hay quienes evitan abrir esta puerta, a veces uno ruega por salir y escapar de un cruel destino o de una situación aterradora otras veces no queremos irnos y al final el despertador que tenemos incluido nos obliga a regresar a un lugar que existe y real para toda la humanidad.