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martes, junio 17, 2025

Portugal, campeón de la Liga de Naciones y primer título de Roberto Martínez 

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En su trigésimo encuentro, un año después de la decepción que supuso la eliminación en los cuartos de final de la Eurocopa 2024, el español Roberto Martínez, seleccionador de Portugal, logró su primer título con el equipo luso, clave en la toma de decisiones para transformar el devenir del duelo, empatar y ganar en los penaltis la segunda Liga de Naciones de la historia del país.

Acertado en cada cambio, cuando incluyó velocidad para alterar el duelo, la tanda desde los once metros reafirmó el proyecto del técnico español en Portugal, la misma suerte que lo condenó a la decepción en los cuartos de final de la pasada Eurocopa, también en Alemania, cuando Francia la doblegó en esa destreza y puso en duda todo el trabajo.

Son ya treinta partidos al frente del equipo, con el que se estrenó el 23 de marzo de 2023 con un 4-0 ante Liechtenstein.

De nuevo una tanda de penaltis, como la que impulsó a España en su primera Liga de Naciones conquistada, le alejó en esta ocasión del título y puso freno a su dinámica ganadora, desde el fallo de Álvaro Morata en su penalti, en una final repleta de igualdad ante Portugal, que se levantó en dos ocasiones de los golpes para bajar a la tierra a la Roja.

A España ya nadie le quitará el cartel de favorita al Mundial 2026, aunque se queda con el aviso recibido. Ha pasado de no ser considerada ni candidata a la Eurocopa 2024, a ser el rival a evitar por todos por la forma de competir de un grupo de jugadores que crecerá desde la desilusión. El golpe de realidad le llegó en Múnich, donde llegó en una dinámica tan positiva que se sentía capaz de convertir lo extraordinario, ganar títulos consecutivos ante rivales repletos de grandeza, en algo cotidiano.

En esta ocasión se le fue por un detalle que no es una moneda al aire. Morata ya tenía heridas del pasado y quiso asumir la responsabilidad de tirar. Su fallo fue el único en una tanda perfecta. En una final en la que se castigó el mínimo error por el gran nivel de las dos selecciones.

Lo sintió cerca España desde la respuesta de dos apuestas de Luis de la Fuente el día que podía convertirse en el seleccionador más laureado. Sin dos de sus pilares, Carvajal y Rodri. Encontrando premio en su fe en Zubimendi y Oyarzabal. La ausencia del último Balón de Oro, Rodri, dejó abierta la puerta del liderazgo a Zubimendi. No falló en la segunda parte de Berlín, hace once meses ante Inglaterra, y repitió en Múnich. Omnipresente ante Portugal. Apareciendo en las coberturas, en la construcción y dando un paso al frente para dinamitar el partido.

Emergió la figura de Zubimendi precisamente en la zona del campo donde Roberto Martínez trazó un plan para buscar la debilidad en España. Quiso generar superioridad con un centro del campo de buen pie, sobrado de personalidad, con Vitinha, Bernardo Silva y Bruno Fernandes, al que añadió desde el lateral a Joao Neves. La réplica de De la Fuente fue el balón en largo, preciso y sobrado de personalidad pese a su corto recorrido de internacional, de Dean Huijsen a las carreras de Nico Williams.

Fue la zona por la que generó peligro con insistencia España. En el otro costado, la genialidad de Lamine Yamal tenía un duro examen con el marcaje estrecho de un portento físico como Nuno Mendes. Con ayudas constantes para rebajar la influencia del joven talento que se armó de paciencia esperando su momento. La entrada de inicio de Fabián aumentó la posesión. La de Mingueza no rebajó el sufrimiento en un lateral donde se añora al titular.

Tras el estudio inicial propio de una final, una primera llegada de Portugal y la respuesta con el primer aviso serio de España, con balón largo de Huijsen a Nico, el pase atrás y el golpeo de Pedri pegado al poste, los momentos de superioridad los supo trasladar la Roja, vestida de un amarillo que jamás habría aprobado Luis Aragonés, al marcador. 

Había acariciado la escuadra Nico Williams, con una rosca milimétrica en su golpeo, cuando Zubimendi dinamitó el duelo. Encontró el espacio para su incorporación ofensiva, la descarga de tacón del 9, Oyarzabal, la apertura a la aparición de Lamine Yamal, el centro y un balón rechazado en dos defensas para mandarlo a la red a los 21 minutos.

Le tocaba responder a Portugal en el pulso de las dos selecciones del momento en Europa, con el mejor porcentaje de triunfos. Y reaccionó en la dificultad, sin encontrar a Cristiano Ronaldo, sin influencia lejos de la zona donde explotará hasta la eternidad su remate. Nico era un tormento al espacio y de una acción que bien pudo acabar convirtiéndose en el segundo tanto, encaminado a un mano a mano ante el portero en el que se durmió, se pasó al empate.

Apareció la efectividad portuguesa en una acción protestada por España por la posición inicial de Cristiano Ronaldo. La jugada continuó y la culminó con un latigazo raso cruzado Nuno Mendes, imparable para Unai Simón. Cinco minutos duró la alegría.

La dinámica ganadora de un grupo de jugadores que llevaban más de dos años y dos meses sin perder, provoca la reacción a los golpes. Un poco de Lamine Yamal, sin encontrar su enorme influencia en el juego, es suficiente para volver a generar peligro. El centro picado a la aparición de Nico encontró la dificultad añadida en la rápida salida de Diogo Costa. El toque de balón se fue por milímetros de la misma manera que pudo entrar llorando dentro de la portería rival. 

Firmaba el descanso Portugal, impotente al no poder exhibir sus virtudes, sin oportunidad de lanzar transiciones tras robo, con menos balón que España, cuando apareció un futbolista aliado a las finales. Pieza clave de De la Fuente que volvió a demostrar la razón. Oyarzabal, héroe con el tanto de triunfo de la Eurocopa 2024, que ya había marcado en la primera final española en la Liga de Naciones, volvió a aparecer.

En el minuto 45, tras la carrera de Pedri, el balón filtrado al movimiento de Mikel y el toque preciso de diestra para superar la salida de Diogo Costa. La final volvía a ponerse de cara con un gol que debía ser un directo al rival. No lo fue por los retoques tácticos de Roberto Martínez. 

Dos cambios en la caseta, la apuesta por un lateral diestro puro, Semedo, para rebajar la influencia de Nico. La entrada de Ruben Neves por Francisco Conceiçao que perdió la trascendencia de semifinales sin ser revulsivo desde el banco. La mano de entrenador le cambió la cara a la final.

Pronto lo sintió Portugal. Lamentando inicialmente un tanto anulado a Bruno Fernandes por fuera de juego pero obligando a España a dar un paso atrás. Apenas un disparo de Fabián que sacó abajo Diogo Costa. Insuficiente para poner freno a la reacción que encontró el premio con el gol de un futbolista eterno, Cristiano Ronaldo. La primera que pudo rematar, la mandó dentro. Su tanto 138 como internacional. Con 40 años.

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