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Hidalgo
jueves, julio 17, 2025

Incomodidad

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RELATOS DE VIDA

Pasaban de las 9 de la noche, cuando Rebeca se dio cuenta de que le faltaba leche para la cena de sus hijos. Sin demorarse, tomó el monedero y se encaminó hacia la tienda para realizar la compra antes de que cerraran.

Al llegar al establecimiento, tomó el producto lácteo y se dirigió a la caja, donde fue atendida por un chico que no había visto anteriormente, y al hacer el escaneo corporal logró observar un tatuaje en su antebrazo que le llamó la atención.

Se trataba de la mirada de una mujer, perfectamente delineada y con atinadas sombras que permitían ver las líneas y la luz en el iris de los ojos, además de estar enmarcado dentro de un rectángulo.

Para hacer la plática mientras le cobraba, Rebeca le hizo el comentario:

—Está bien padre su tatuaje, está muy bien detallado.

Y el joven inmediatamente le contestó:

—Me lo hice hace 3 días, pero es una larga historia.

Y su cara cambió de semblante.

Al notar cierta nostalgia, ella decidió ya no hacer preguntas y comenzó a sacar el dinero de su monedero para pagar, cuando escuchó:

—Le voy a contar.

Y entonces levantó la mirada, ansiosa por escuchar la narración.

El chico comenzó a relatar:

—Hace tres días me hice el tatuaje como una sorpresa para mi novia. Me encantan sus ojos y por eso quise llevar su mirada tatuada en mi cuerpo, y también era una manera de mostrarle lo mucho que la amo.

Entonces Rebeca intentó saber más: la reacción de la susodicha, lo que dijo o lo que hizo, y se le ocurre asegurar:

—De seguro tu novia se sintió emocionada al verlo —seguido de una pregunta—: ¿qué te dijo?

Y nuevamente la faz del muchacho cambió, para después responder:

—Pues me dijo que termináramos, que ya no quería estar conmigo, que desde hace tiempo ya no se sentía bien a mi lado, pero que no sabía cómo decírmelo y por eso se tardó tanto.

Y el silencio se apoderó del lugar.

Apenada por la pregunta, y más por la respuesta, le sugirió:

—No te preocupes, ya existen maneras para quitarte ese tatuaje.

El joven le respondió de manera inmediata:

—Mejor me lo dejo. Me va a costar y doler más que si me obligo a olvidarla.

Ante la respuesta, Rebeca intentó mejorar su comentario y hacer sentir mejor al muchacho:

—Tienes razón, además estás muy joven y encontrarás a otra persona. Pero no olvides la leyenda urbana: nunca tatuarse algo de tu pareja, porque eso es una separación segura.

El cajero volvió a cambiar su semblante y ella se sintió culpable de nuevo; así que solo tomó la leche, recibió el cambio, le agradeció y regresó a su casa.

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