Cualquiera que pase por el boulevar Del Minero, al norte de Pachuca, se ha preguntado qué clase de historias cuenta un recinto histórico como el Panteón Municipal. Muy pocas veces llegamos a imaginar lo que sucedería dentro cuando las luces se apagan y la única compañía que tienes es la luz de la luna… o no. Pero hay una ocasión el que atraviesas el portón a esa hora del día y poder verlo por uno mismo: son las Noches de Leyendas.
Nueve de la noche, un frío espeso se apropia de cada uno de los cuerpos, pero no es cualquier frío. La gente espera, los minutos pasan y el clima arrecia. Sin tener la oportunidad de advertirlo se apagan las luminarias y todo queda en penumbras, apenas iluminado por los autos que pasan raudos. La puerta se abre… ¡y empieza el espectáculo!
Una especie de guardias enmascarados vigila un ataúd mientras una voz fúnebre y pausada advierte a los visitantes inoportunos cuidar cada uno de sus pasos, porque puede ser que sean los últimos. De la caja mortuoria sale un hombre de vestimenta oscura y sombrero de ala ancha del mismo color, identificado como El Enterrador, quien invita a la congregación a seguirlo.
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