• Las exigencias de los nacionalistas topan con la negativa de París a ceder en reivindicaciones como la co-oficialidad de la lengua o el acercamiento de los presos por terrorismo
Las reuniones con el primer ministro, Édouard Philippe, y otros representantes del Estado acabaron sin resultados: la República difícilmente cederá en lo esencial, y la voluntad de diálogo afecta más a cuestiones técnicas que políticas. Fue entonces cuando Simeoni y Talamoni decidieron convocar la manifestación, una especie de mensaje de bienvenida a Macron antes de su visita, el martes y el miércoles
A la espera de la visita del presidente Emmanuel Macron, la próxima semana, el nacionalismo corso intentó este sábado una demostración de fuerza con una manifestación de miles de personas en la capital de la isla, Ajaccio.
La protesta, convocada por los dirigentes políticos de Córcega, buscaba presionar al Estado francés para negociar una mayor autonomía.
Las exigencias de los nacionalistas, vencedores en las elecciones regionales de diciembre, han topado hasta ahora con la negativa de París a ceder en reivindicaciones como laco-oficialidad de la lengua, el acercamiento de los presos por actos de terrorismo, o el reconocimiento específico de la isla mediterránea en la Constitución francesa.
“Demucrazia è rispettu pè u populu Corsu” (Democracia y respeto para el pueblo corso) era el lema de la manifestación, una de las mayores en años recientes en la ciudad. La disparidad de las cifras de asistentes —entre 22.000 y 25.000, según los organizadores; entre 5.000 y 6.000, según la prefectura— hace difícil calibrar su éxito o fracaso. Córcega tiene 330.000 habitantes. El tiempo inclemente pudo desanimar a algunos asistentes y deslucir la convocatoria. Los organizadores consideran un éxito, sea cual sea la cifra real, el carácter pacífico. El nacionalismo corso ha cambiado en los últimos años: es más transversal —atrae a votantes tradicionalmente no nacionalistas— y ya no es marginal.
Ahora gobierna, pero en un país centralista como Francia poco puede hacer las regiones, incluso las que sobre el papel tienen más prerrogativas, sin la aprobación de París. Y este el problema de la coalición gubernamental, formada por los autonomistas del jefe del ejecutivo, Gilles Simeoni, y los independentistas del presidente de la Asamblea, Jean-Guy Talamoni.